20 de diciembre de 2016

Resto

"Hay un resto que no es posible de ser significado", esa podría ser una de las frases de alguna clase introcutoria al psicoanálisis tranquilamente, y suena tan sofisticada que de a ratos te olvidas de que la llevas hecha carne, de que no te la podés sacar de encima, de que es una de las cosas que tenés en la "mochila", que todos traemos con nosotros adonde vamos. Es que a veces la teoría se disfraza de exquisita, y se te va.
Pero en sí no se va nada, porque todos sabemos lo que es tener un resto que no podés ver, el ángulo que te queda por detrás del hombro, ese que por mucho que te gires no lo ves, y que se mueve al mismo ritmo que tu cuello.
Yo sé que cargo ese resto solamente cuando otro me lo dice, cuando me avisan que lo tengo, como si fuera una mancha en la remera. No se muy bien cuál fue el primero que me señalaron, pero si me acuerdo de cuando me enteré que ponía los ojos en blanco cuando pensaba, o cuando alguien decía algo que no me cerraba, o cuando hablaba una persona que no me fumaba, en fin, muuchas veces al día.
Sino les puedo hablar de la primera vez que alguien me dijo que era muy psicologa, y que veía cosas que las otras personas no, eso no lo dimensioné hasta una banda de tiempo después, pero si me di cuenta al toque de como eso se repetía, y seguía apareciendo, de lo fácil que me era muchas veces que la gente me cuente las cosas. En algún momento del camino me creí el papel, o lo hice parte de mí, no sé muy bien todavía.
Lo ví en otras personas también, en la forma en que les cambia la cara cuando vos decís algo que les choca, algo que los viene definiendo, que para vos es más que evidente y que ellos nunca vieron, ver como hacen muecas tratando de ver, de ver si eso se ajusta a como se pensaban a sí mismos, verlos darse cuenta de que sí, si les va.
Si nos ponemos a rastrear llegan hasta lugares impensados, hasta historias donde personas de 50 y pico se avivan de que sus compañeros de la primaria ya veían en ellas algo en particular, como el hecho de ser la "mamá" del grupo, la que cuida y protege, y ver como eso siempre siguió siendo así, sin cambiar, eso quedó.
Hay mucho que vengo masticando hace tiempo, vengo haciendo promesas, vengo hablando del tema, y sin embargo me indigno y me enojo de golpe, con la furia de creerme que puedo tener una mente abierta a muchas cosas, y de que las demás personas no pueden hacer eso. Yo no sé si mi cabeza es tan abierta como la supongo, no se si las respuestas estarían claras aunque algunos admitan sus errores o sus límites, no sé si ayuda en algo que yo admita los míos, o si solamente después de hacerlo debería ser capaz de exigirles eso a los demás.
Supongo que ese es mi resto, es lo que cargo y me cuesta masticar, sumale todas esas cosas que ni me planteo y que a veces surgen y me flashan. Supongo que, como todos lo llevamos, de a poco me voy a sentir más cómoda con él, voy a aprender a tenerle y tenerme más paciencia, y a saberlo atrás mío siempre, así como lo percibo en todas las otras personas.
Al final del día con el resto no puedo hacer mucho más que con la vida en sí, simplemente puedo suponer y creer que en algún sentido eso que supongo puede ser cierto, esperar que lo sea, para que en otro momento me de cuenta de que no lo es, y suponga otra cosa, y asi giren las ruedas locas de esta vida infame y tan necesaria.

Todo lo que escupiría en la cara de muchos

No sos mejor eh, no te las sabés todas, no conoces tan bien a las personas que decís que conoces, no sabés. Y yo tampoco sé siempre, pero a veces sé, y saber me da tanto poder como el que me quita. No puedo correrte, no puedo romperte la cara, no puedo culparte ni siquiera.
Sos lo que te hicieron, lo que te marcaron, lo que te dejaron para que trabajes, sos lo que salió. Pero tampoco te eximó, porque sos lo que te dejaste hacer, lo que te dejaste ser, y lo que hiciste con lo que te dieron, y en eso no hay quien te salve.
Tenés más miedos que certezas, yo a eso lo veo claro, y hasta te los enlisto:
  • Miedo de que ella pueda seguir sin vos, y vos no sin ella.
  • Miedo de que los demás, al no necesitarte, no te quieran ver.
  • Miedo a que las cosas no sean lo que imaginaste.
  • Miedo a nuevo, a lo que puede ser si no lo controlas.
  • Miedo a que lo que se vivió se vaya a la mierda.
  • Miedo a hacerte cargo de tus palabras.
  • Miedo a la soledad.
  • Miedo al que dirán.
  • Miedo a perder en tu juego.
  • Miedo a la fortaleza ajena, y envidia de eso.
  • Miedo que la otra persona pueda ir ligera por la vida, sin vos.
Son muchos, están mezclados, y tienen que ver con todas las situaciones de mierda que vi, con la falta de una mínima noción de como podemos lastimar si nos lo proponemos, y de como de alguna manera, todo parece valer demasiado, y justificar mucho más.
No quiero hacer una especie de denuncia crítica de aquello de lo que sé que soy capaz, no puedo no justificar la violencia siendo que en más de un momento me ha parecido una opción, pero si puedo cambiar eso, y si puedo lentamente diluir un poco más en agua la fuerza de las cosas cuando las siento, para que los impactos no sean tan graves. La vida es jodida, eso es así y en sí nadie sabe muy bien adonde está parado,menos cuando algo límite pasa, o cuando las cosas cambian de golpe.
La libertad se gana a costa de la pérdida, eso lo aprendí de un amigo, y soy todavía incapaz de verle todas las aristas, pero en eso voy. El ir ligeros por la vida, no es tanto una señal de la falta de miedos, sino más bien un reconocimiento de las certezas que tenemos, que nos sostienen y nos bancan.

(Re) construir

Llevo todo el bendito año hablando de lo difícil, lo transformador y lo intenso que fue este año, y todavía siento que las palabras no me alcanzan del todo, dudo que en algún momento lo hagan.
Como es habitual, el fin de año, el tiempo al pedo, los reencuentros y la vuelta a las raíces, me llevan por las ramas de la nostalgia y la angustia, a veces me apabullan un poco, algo así como el ruido que hacen cuando vas en un colectivo y se chocan con las ventanillas.
Es mucho, fue mucho, va a ser mucho. Y nos va a tomar una bocha de tiempo entender todo lo que paso, poder recorrerlo con la mirada y saber ver en donde mierda fue que todo empezó a girar, adonde hicimos los clicks, adonde fue lo que erámos y como llegamos adonde estamos.
Hubo violencia, mucha, realmente es algo que abruma con sólo saber que pasa, ni les digo si uno intenta acompañar. Y no niego que la mayoría de los momentos donde mejor me sentí en el año fueron los que se interrumpieron por un mensaje, por una llamada, por algún tipo de aviso de que las cosas estaban mal, de que las personas que quiero y valoro estaban viviendo cosas que no se pueden esperar.
Hasta hoy, justamente hace unas horas, sigo haciendo lo mismo que empecé a hacer hace un largo tiempo ya: sigo intentando entender como se suelta, como se afloja, como se sostiene una en la impotencia de las situaciones, como se respira cuando se sienten las paredes alrededor, como te quedas cuando todo lo que querés hacer es irte, como te parás y la seguis bancando, como te callas, como ves sin opinar, como de a poco ves que aunque hay mucho que podés hacer, la mayor parte de las veces no está en tus manos. Me cuesta horrores, de eso no tengo duda, me transformo en el momento en que lo veo, me enloqezco y me dan ganas de derrumbar al mundo y a sus "espelndores", me dan ganas de patearle las miserias a las personas, de abrazar, de calmar, pero más que nada de correr a quebrarle una pierna al que quiera patear las sucepctibilidades que adoro. No, no se puede, no se puede vivir en un momento, ni en un sentimiento, ni en un arranque, se puede vivir, y hacer lo más que nos salga.
De a poco entiendo que se reconstruye todo siempre, de a poco abrazó a las teorías que me mueven y me vuelan la cabeza, que me dejan fascinada, de a poco voy.

1 de diciembre de 2016

Cho

Odio mis clichés, mis repeticiones locas, mis "lo de siempre", pero si pasan lo mínimo que puedo hacer es regalarles un espacio acá, porque para que no vuelva(s) tengo que sacarlo en algún lado.
No sos especial, y lo sabes tan bien que me apabulla. Jodido fue conocer a alguien que tenga ese espíritu, porque el espíritu es lo que más te envidio, esa forma de caminar la vida, esa cosa de ligereza, de no sentir que sobras, de no sentir que haces falta, de saberte ser relajado y que eso te respire siempre, en cada momento.
Tenes que entender, para alguien tan acostumbrada a dar vueltas como yo, un pibe que como vos pesa tan poco en lo cotidiano, y a su vez deja huellas que dan tanta cuenta de quien sos, si, me atraes, es turbio admitirlo pero me atraes.
Ahhg, me da bronca, bronca de saber que compartimos tanto y que valio tanto la pena, que vale.Y es que sos mi amigo, y te banco, siempre, y te hago jodas y te respeto, y puedo hablar y siempre hablamos, y ahi vamos en esa complicidad tan simple. Y de a ratos, cuando ya no la quiero callar, me salta una espina, y esa espina es que esta complicidad me encantaria que creciera y se hiciera un árbol, y nos envuelva y nos deje llevarnos.
Pero no, no porque cuando te empecé a conocer más vi todo lo que quiero reflejado en tu relación con otra persona, y me hizo bien verlo, y en algún punto se me apagó una llama porque te vi tan encendido por alguien más. Te gusta lo difícil negro, no hay otra.
Y hoy saber que eso no está, me dan ganas de salir y correrte, na, ni siquiera, me dan ganas de traerte a mi casa, de darle un lugar en este espacio que conoces tan bien, de construir un algo que sea firme, y eso que construir no es una cosa que una haga con cualquiera.
Pero eu, tranca, vamo a calmarno, a dejar que todo sea, a dejarnos ser, y voy a dejar esto de lado porque no quiero que me persiga más cual sombra de lo que no es, no quiero apostar sobre algo con lo que me ha ido tan bien, es de mala suerte.

6 de noviembre de 2016

Si pudiera regalarte...

Si pudiera encontrar una manera de decirte que todo va a salir bien, y me creas, juro que la buscaría a toda costa. Verte hundirte hasta el cuello en los mares problemáticos de la existencia me agota, porque a cada paso sé que saldría a buscarte en medio de ese algo que se mueve, en medio de esa lluvia, para ver adonde podes anclar.
No soy una persona demasiado conocedora de las pérdidas, de los desamores, de las pesadillas en carne propia, ni de los miedos que cierran la garganta. Pero si soy yo, la mano amiga, la sonrisa al final de un día largo, la cena, la charla, la birra, la peli, los pochoclos (obvio que fui yo la que insistí en hacerlos), soy yo.
No voy a dedicar esto a una persona en específico, porque este año es lo bastante mambeado como para darnos vuelta a todos. Y está terminando, y por eso te pido que tengas paciencia, que seas fuerte, que sepas que te banco y que confío en que podes. Es el último tramo, ser hermoso, asique no te asustes, no pienses que no podes, pensá que llegas, que podes, que lo vas a ir viendo, a ir resolviendo, a ir trabajando, lo vas a navegar amor.
Lo vas a navegar porque siempre tenes el barco listo, impecable, y aunque nunca te parece que este listo para salir, lo está. Hoy abandonate a un mar exquisito, a una ruta nueva, al cambio de plan, al amor de improviso, a la tarde insólita, a no repetirte. Hoy dejate, de a poco, no del todo, ir yendo e ir llevando.
Hoy soltá, pero no a las personas, no a las cosas, no a lo que queres, hoy soltá a esa parte tuya que sueña con que todo alguna vez este resuelto, este hecho, porque esa parte te envenena.
No seas lo que siempre quisiste ser, si no te animas, hay tiempo. No cumplas todas las expectativas, no busques comprar felicidad de paquete, no vivas el hoy, si es mucho para vos.
Pero viví, no hay que hacerlo todo ya, ni armar los planes ya, ni las compras ya, ni las valijas ya. Aprovecha el potencial de lo que queda del año para derrapar, para nadar con la marea, para irte siendo, sin ver tu rumbo. Hoy aprendé a confiar en que a algún lado siempre vas, y a que de alguna manera siempre vas a poder responder a ese lugar en donde estes.

Requerimiento básico para la vida

Lo que te sirve de raíz.
Lo que te transforma.
Lo que guia tu suerte.
Lo que te ve, pero te ve enserio.
Lo que te hace divagar en la marea.
Lo que te soporta, y te mueve.
Lo que cierra.
Lo que te navega, y te direcciona.

13 de octubre de 2016

Reconociliarse

Nadie puede pedirme que deje de odiar. En algún punto si no odiara no sería yo, sería pedirme que deje atrás todo lo que fui y lo que puedo ser.
Pero si, capaz ya es momento de elegir mejor a que odiar. Me colgué, me fui, me callé por un mes porque paso de todo, porque el ritmo de la vida se pone cada vez más loco y no suelta el pedal, porque todo me da vuelta el mambo de la cabeza, y porque de a ratos extraño la quietud. Pero no lo suficiente.
Años movidos, intensos, y fuertes como este, pocos. El año de la tortuga está pegando el último batacazo y si da pie con bola, y si cambia todo, y si nos sigue callando un poco más.
Mientras, yo busco reconciliarme con mi pasado, no porque sea muy oscuro, ni malo, ni tan turbio como a veces lo veo, sino porque es necesario. Este año me hallé, encontré el lugar donde quiero estar siempre, donde me siento en casa, encontré lo que se dice "mi lugar en el mundo", capaz mañana eso cambia, y empiezo a pensar que lo podría sobrevivir, pero hoy estoy en donde estoy y piso más firme que antes. Me afirme en la vida en bastante cosas, aunque me patino en las cosas de cada día un poco más.
Y de a poco voy, vamos todos, viendo como una cosa lleva a la otra y como cambiamos.
En medio de todo eso, me surgió un odio fuerte por el lugar que me desterro en algún punto, que me hecho de sus brazos, aunque sé perfectamente que yo fui la que se quiso ir. Y no quiero volver, no hoy.
Pero eso sirve para que revise un poco de todo, un poco de lo que fui, y acá vamos:
  • A quien lo tome: perdón, perdón por los perdones que no dije, los que no me banque, lo que no me figure, perdón por no ser la escucha ni la mano amiga, perdón por irme cada vez que algo importante empezaba a pasar. No digo nada más que bienvenida de nuevo, para lo que sea. Estoy un paso más allá de lo que estaba antes, y hoy en día si se como armar una amistad de a dos a cada paso, hoy nada nos ata y eso nos hace más libres que nunca, y de acá en más siempre vas a tener una puerta abierta en mi casa, donde sea que eso sea. 
  • A quien no lo va a leer: a vos perdón no te pido, me sigo enterando de cosas chotas que pasaron hace mucho, de manejos que no me contaste, de partes de la vida de personas que yo si quería de las que me dejaste afuera. Vos jodete, pero jodete lejos y sola, porque yo hoy no veo lo mismo, y sé que gran parte de lo que vivimos, de lo que sostuvimos, fue una ilusión que me arme, y estoy bien con eso, en su momento yo lo necesite. Hoy tengo la suerte de mirarte y saber que en ningún punto de mi vida me cruzó con vos, que no te necesito (dos cosas que ya se de hace rato) , pero le agregó una mucho más importante: hoy ya no tengo nada que extrañar. No me cierran los recuerdos asique le voy a sumar el costado que nadie me contó, y a saber que por eso no me cierran y que a eso no hay que volver, no hoy, no nunca. Gracias, las últimas que te pienso decir, por lo que si compartimos y bancamos, por lo bueno entre muchas cosas que no valieron la pena, pero que en su momento yo pensé que si. Suerte en la vida, siempre lejos mío.
  • A quien espera algo de mí: mira, no se que pensar de mi misma hoy, pero sé que de a poco, de a pedazos, me estoy armando una vida, una historia, un presente, una vocación que me llena el pecho, y un grupo de gente que me aguante los trapos. Pedirle a cualquiera que no espere algo del otro siempre es al pedo, asique espera lo que se cante el orto de mí, pero sabe que si no lo cumplo, no es mi tema. Pienso hacer lo mismo con vos, y dejar que algo de la dulzura siempre quede en ese fondo, y algo de la malicia siempre quede en esa superficie, porque probar a la gente me encanta, y no siento mal por eso.
  • A los que mataría: cada día son menos, y eso es lo más, pero siguen siendo y eso me nubla la vida. No te cruzes en el puto camino de todos los que amo, porque te asesino, no te metas, no jodas, no aparezcas, no llores, no mandes regalos, NO EXISTAS. Vos lo querías, hacelo. Sabe que la vida, el mundo y la gente es mejor si no respiras en absoluto, y sabe que donde metas un puto revés, yo te hago caer el mundo flaco. 
  • A los que no tienen lo suficiente de mí: no soy quien para decir que los voy a querer más, o que voy a poner más de mí (dos cosas en las que no soy la mejor cumpliendo), simplmente voy a decir algo que ojalá sostenga, porque me suele calmar: sean como sean, sean quienes sean, voy a quererlos en la medida de lo que puedo, a compartir con ustedes lo que sirvamos para compartir, y a dejar que los espacios que no llenamos no nos enturbien los momentos donde somos lo más completo que existe.

28 de agosto de 2016

¿Qué soy?

Hago muchas preguntas, a veces en los peores momentos.
Me río a carcajadas muy seguido, a veces sola, a la más mínima razón.
Me gusta bailar sola cuando una canción me lleva.
Amo tomar té de noche, acostada, tranquila.
Amo tomar mate en todo momento.
Odio a los que lastiman a los que me importan, aunque eso es obvio.
Mataría a los que lastiman a los que me importan, y no exagero.
Tengo límites difusos.
Paso del amor al odio fácil.
No perdono, no olvido, y mucho menos supero.
Soy la caja de recuerdos y rencores de muchas personas, de las que más olvidan en particular.
Soy de Piscis, y me importa.
Quiero saber un poco de todo, aunque me da paja saber mucho de algo.
Pienso que hay mucho que nos puede maravillar.
Quiero hacer tours por las cuidades en donde vivo, con algún amigo/a que sepa sacar fotos.
No me banco a las palomas, pero de lejos capaz que no son tan feas.
No me gustan las terminales.
Y como es evidente, me dan miedo los cambios.
Me gustan mis casas, todas.
Amo la idea de un lugar seguro, siempre.
Creo que tengo una filosofía de vida de puertas abiertas: cualquiera puede entrar, pero todos son libres de irse.
Me aferro, me anclo, me estaciono, espero, me quedo, resisto.
Tomo mucho pocas veces.
Me gustan los momentos inmortales.
Valoro mi soledad.
Valoro los silencios.
Valoro las miradas.
Espero que una mirada siempre pueda cambiar todo.
Si eso no pasa, creo en la palabra.
Pienso que la familia se elige y no se acepta.
Mis amigos son tanto mi familia como los que llevan mi sangre.
Pasé mucho tiempo escuchando, y hoy hablo demasiado.
Me levanto en estado de alerta, y lista para arrancar.
Una siesta es lo más lindo que me puede pasar.
Ayudo, y espero cosas de vuelta.
Dejo que las personas me asombren.
Soy prejuiciosa, y jodida si quiero.
No me adapto fácil.
Todos los días encuentro algo que me levante, encuentro muchas cosas.
Amo al sol, y los días de sol.
Pienso que en verano nada puede estar tan mal.
Confío, pero siempre espero que el otro confie más.
Paso demasiado tiempo intentando entenderlo todo.

14 de agosto de 2016

Lo que hay y lo que falta

Amo los absolutismos, amo pensar que la vida es algo categorizable, y amo que eso se me de vuelta a cada momento, y tener que correr a levantar los pedazos de las ideas que tenía, levantar la cabeza porque acá no paso nada, y seguir, cambiando de dirección.
Por eso me fascina levemente la idea del vaso medio lleno o medio vacío, la idea que según lo que veas vas a hacer las cosas. Asociada a esa idea, esta la de que si ves lo medio vacío te estancas, estás mal, tenes que ver lo lleno, ¿Qué parte no entendes?
Hoy veo lo vacío, y no me siento en absoluto por afuera de lo humano, de saber que hay días que son más tristes que otros, que a veces no sabes muy bien porque, que las cosas no salen o salen pero no como pensabas.
Es humano sentir que todo lo que se tiene no vale, así como lo es ver para el costado y darse cuenta de que lo que uno tiene es un montón en comparación con lo que otros tienen. Creo que el sufrimiento es algo tan personal, tan particular, que no somos jueces del sufrimiento ajeno, a veces ni siquiera lo somos del nuestro propio, no sabemos que pone mal a una persona, que pone mal a otra. Que conocen de las vidas de los otros, que les importa, que dicen que les importa pero no lo llevan a la práctica, donde están sus hipocresías y sus miedos de perder, de ser menos o más, donde están las presiones por ser menos o más, y que tanto pueden doblegar a alguien.
No somos jueces, aunque juzgemos. No nos lo merecemos y eso nos impulsa con más fuerza a serlo, porque en sí nadie lo merece, y nos parece insoportable que no haya nadie mirando las penas propias y ajenas, sientiendolas, midiendolas. Es como si llevaramos la competencia a niveles absurdos, ¿Qué te apuesto que mi vida está más hecha mierda que la tuya?
Y un día te parás, o ni ganas de pararte, y mirás, sopesas lo que tenés y sabes que tenes suerte de tenerlo, sopesas lo que te falta y te sentís la peor persona del mundo por no tenerlo. Sentís que falta tanto, sabes que aunque lo tengas todo no estarías satisfecho, caminás, vas, seguís, buscando otros espejos en los que medirte, otros lugares en donde se refeje, en donde te reflejes, para hacerlos pedazos y tener muchos más que 7 años de mala suerte.

13 de agosto de 2016

A caballo repetido...

Qué nos atrae de las personas? ¿Por qué repetimos patrones?
Bueno, cosas que la carrera en algún momento espero me tire una sogita para aclarar o intentar entender, pero que de momento pienso llenar de mi sabiduría "callejera", de persona que se repite, y que es conciente de eso.
Tengo esa cosa de elegir a los mismos tipos de personas, de toda la vida. siempre fue así. Y por es que me reencuentro con mis primeras "mejores amigas" de la primaria en cada amiga nueva, o que tengo algo con los pibes morochos con rulos.
Pero va más allá de como se ven, en las personas están esas cosas, una manera de hablar, un silencio, una costumbre, algo que los saca de quicio, algo que aman, una historia de vida, hasta lo más loco que es la letra. Sí, literalmente he tenido amigas con la misma exacta letra, asusta.
A veces pienso que son cosas que uno no resolvió, una relación que no se dió, una persona a la que nunca le dijiste las cosas, otra que no ponías en su lugar, un papel en un grupo ( ser la que siempre ...) y así, son cosas que no pudiste hacer porque no sabías que te ibas a arrepentir de no hacerlas. Porque supones que hay tiempo, que vas a pasar venguenza, que sos mucho o poco en comparación a otro, todos las tenemos, fantasmas del pasado que el orgullo a veces esconde y se nos escapan por todos lados.
Y sino son eso no se que serán, estaría piola creer en un destino, en algo que te los hace cruzar, en algo que te lleva de nuevo, pero no me termina de cerrar.
El punto es que cambiar los roles a veces me parece imposible, es lo que sos, escondelo, jodete, cansate, grita, sos, y tirás para ser así, y no podés luchar contra lo que elegís querer. Y todos en algún punto nos queremos.

2 de agosto de 2016

Fuente de paz

Muchas veces nuestra vida puede reducirse a nuestras fuentes de paz, a las personas, los animales, el arte, o lo que sea que nos de paz siempre que la buscamos o la necesitamos.
Ahora lo que realmente me sorprende es ¿Qué somos cuando perdemos nuestras fuentes de paz?
Todos nos anclamos, a personas, a ideales, a lo que creemos, a tantas cosas; pero el destino es cruel y muchas veces gastamos a cuenta y cuando nos damos cuenta estamos solos, parados completamente indefensos ante la realidad que nos oscurece la existencia. Y ahí sale nuestro costado más olvidado, el más negado, el que menos nos gusta.
Entonces, ¿Cómo somos cuando perdemos nuestra fuente de paz? Y, cada uno debe ser diferente. Yo soy acelerada, intensa, emotiva y euforica, principalmente euforica. Mi estado natural es la tranquilidad, el silencio, los hábitos, las cosas que me hacen estar a gusto en mi casa o en las casas de otros, soy histórica (no olvido, me gusta recordar cosas y saber que tengo historias compartidas con la persona que tengo enfrente, y tantas veces me encantaría volver a vivir ese pasado), aburrida en algún punto, simplemente creo que una costumbre vale más que una aventura, y imaginativa, colgarme mirando una pared puede ser la mejor parte de mi día si mi realidad no me gusta.
A veces me veo acorralada, sin duda presionada por las cosas que no conozco, por la necesidad de encajar en otro ambiente, por las prisas de la vida, por el apuro de crecer para saber que hacer, para sentir que sé lo que hago.
A veces, una vez que saque mi lado mas charlatán y simpático, más rebelde, más sacado; después de eso cuesta que las personas vean el otro costado, el que siempre esta latente en todo, el que cree en los silencios cómodos, y las noches sin hacer nada en especial, nada loco o raro. Usualmente me da miedo que la parte más monotona y aburrida de mi misma espante a los demás, que no se la banquen tanto como a la piba copada del principio.
A veces, todos perdemos nuestras fuentes de paz, a veces nos perdemos y le somos infieles a la esencia para que las cosas se muevan, para intentar poder volver a serles fieles a eso.

27 de julio de 2016

La historia que más me cuesta terminar

Sos la solapa que no cierra, todo lo que me gustaría que se quede acá y sin embargo se va, se aleja, por tu irrealidad pago el precio de los sueños,  de los platos vacíos, de las no-tazas de tés, de las no- (inserte cualquiera de las cosas que hacen a una pareja feliz).
Fin. La soledad no me amedrenta en el día a día, no me altera, todo lo contrario, pero sin embargo siempre está la espina.
-¿Siempre estamos buscando? ¿Vos decís?
- Sip, siempre.
Y estamos, siempre estamos. Buscamos aquello que nos de paz, que nos cargue, que nos deje ser y que dejemos ser, y eso no existe.
Y es tan cruel el hecho que eso n exista, de que todo lo que podemos esperar del otro siempre sea una banda, y arranquemos la relación con dos enormes mochilas en la espalda, que no nos dejan hacer las excursiones más jodidas, que no nos dejan pasear en paz, y una vez que pensamos que ya podemos soltar la mochila, es tarde. Es de noche, hace frío y dormir en la misma cama parece una broma, hay un alquiler, un trabajo, familias que intervienen, muebles compartidos, capaz hasta un perro.
Hay todo, y sentís nada: tanto tiempo esperando confiar para soltar que por no confiar antes ahora tenes ganas de agarrar todo, cargarte la mochila al hombro y salir a buscar una casa amiga a las 3 am de un miércoles.
Y salis, o no, pero buscás una chispa, una cosa que ayude a que todo no se pierda, a que se pueda mantener algo que ya cayó, que ya se cagó, y no hay, y siempre buscas.
Buscando llegaste.
Buscando te quedaste.
Buscando te fuiste.

Rol

Hay situaciones donde la realidad nos colapsa, donde nos cuesta entender como es todo, como entender lo que vemos y llevarlo. Bueno, a mí me mata verte como una madre. Y ya sé que hace "mcuho" que lo sos, pero creo que de a poco lo sos cada vez más y es tan loco verlo.
Me acuerdo de cada capítulo de tu vida desde hace 14 años, lo sé todo en cada momento, y a su vez sé tan poco. No sé, creo que nunca voy a saber, lo que se siente mirar a otro ser con el amor con que miras a tu hijo. Es increíble como mientras yo me transformo en una hija cada vez peor, vos te volves una mamá de primera, mirás con ojos que cuidan y permiten, que toleran y respetan.
Tomás una mano muy pequeña y la llevas a pasear por un departamento que es el mundo de los 3, de tu familia, de la que construiste vos sola, porque yo no soy ciega y se ver quien mueve los hilos, quien lo mantiene todo unido, todo bien.
Sos una persona capaz de lo que quieras, sabes bancar, sabes soportar, y no te da miedo ser la que más da si la causa lo vale, sos una luz que ilumina sólo a unos pocos, pero que da un brillo que te deja sin palabras.
Muchas veces pienso que le erraste de camino, no lo niego, a veces me gustaría verte acá al lado, verte siendo mi compañía una vez más, pasando las mismas páginas del libro que yo. Pero eso no va a ser, y es momento de que lo entienda. Yo me cierro, me niego, me aislo, me enojo, me encapricho; hago todo eso y a vos no se te mueve un pelo, y que bueno que sea así.
Nunca te dejaste guiar, vos sabes lo que querés y nadie más que tu sombra para conseguirlo. Y aunque me duele, de a poco tengo que saber respetar cada vez más, aprender a ser lo bastante útil como para ser un modelo, un rol, una mano que sostiene, una risa que acompaña, una persona que malcrie un poco (no maś de lo necesario, te lo prometo). Tengo que aprender como ser una tia, y me niego porque se que no me va a ser fácil, porque suelo ser "la nena" y porque estoy cómoda siendolo a veces, dejando que los demás solucionen los problemas.
En estos últimos días me di cuenta de que sos el modelo más cercano que tengo para crecer, lo que no implica que quiera ser una hija más ajajaj, eso nunca, nos mataríamos, pero si implica que voy a seguirte el paso, voy a hacer lo que todos los padres hacen: hacer todo como si supiera hacerlo aunque no tenga idea. Por lo menos enfrente de la persona que más va a aprender de mí, mientras yo sigo buscnado aprender de todos.

Comienzo de la inmortalidad

20. Números cargados y los 20's. Creo que siempre los vi de la misma manera, para mi los 20 son una década de  inmortalidad, plantada en los comienzos de una vida, plantada ahí para que por lo menos por unos años tengas la sensación de que siempre vas a poder más.
Son los años del "hay tiempo", del "no hay apuro", que se combinan de una forma contradictoria y casi insostenible con las ganas de hacer todo YA, no mañana, no la semana que viene, ya. La impaciencia y el deseo de inmediatez nos van a marcar a fuego, mi generación ya lo tiene y con el tiempo creo que simplemente va a ir empeorando.
La sobrestimulación que hace que nos creamos que podemos con todo, con todos, que tenemos que poder, que si hay que pedir ayuda estamos jodidos, fallamos. En contraste con eso tenemos esa cosa de buscar la forma más fácil, la más práctica, la que mejor nos calce, porque para que leer todo un libro, mejor una pelicúla, porque todo en esta vida se puede googlear.
No ando con ganas de hacer crítica social, no soy quien para ponerme en esa postura, como cualquier "joven", que no termina de dejar de ser adolescente, o que siente que debería terminar, veo las cosas desde dos lados, sé como es un telefono viejo, pero puedo usar uno táctil, somos una cultura de transición, y como tal vemos dos realidades que se chocan, se destraozan mutuamente y se abrazan a la vez.
Salis a la calle y ves pibes que no sueltan el celular, pero a la vez ves como tu mamá se reencuentra con las amigas de la secundaria por Facebook, ves todo.
Creo que me desvie, pero el punto es que los 20 en sí son una transición, y sé que todas las edades de una vida pueden ser vistas asi, pero los 20 lo son maś, o asi los pienso. Y por ende, creo que uno tiene que ir llevando la cuenta, darse cuenta de que todo lo que hagas hoy se va a recordar como el momento donde más inmortal fuiste. Y de ahí cada experiencia es única, pero inmortales somos todos. Somos todos hoy.

Anclame

Hace días que vivo con la impresión de que tengo mucho que decir, y justo ahora que sería el momento, nada de eso me sale. No se, volver a casa, a la primera, a la que nos conoce, es raro.
Hay un hecho, vivir lejos me encanta, me encanta estar donde estoy siempre y siendo lejana soy feliz, pero también me gusta la cercanía, la convivencia, la ayuda, el costado dulce de que siempre haya alguien con quien tomarse un té o cortar verduras. Todo tiene lo suyo, ¿no?
Pero hay otra fuerte razón por la que estar lejos me encanta, y es porque es mucho mas simple mentirse a uno mismo que a los demás. Es tanto más fácil vivir cada día como si te las supieras todas, como si incluso entendieras una de todas las cosas que haces, que decis, que pensas. Pero en algún punto no, no entendes nada.
Y la prueba de realidad de otros que te han visto crecer es la más imposible, porque con una mirada todo queda claro, no te quedan pretensiones ni deseos, sino memorias y humildades. Es lo más parecido a bajar a tierra.
Cuando te gusta vivir en los aires, siempre corres un mismo riesgo, y es el de salir volando como un globo lleno de aire frio, que va solito a una deriva esperada, soñada, imaginada como la mejor meta.
Cuesta, pero a veces es bueno volver a ver a los cables a tierra, a esos que conocen tus sueños y saben cuando es momento de bajar las esperanzas, o de apagar los motores por un rato y dejarse flotar. No siempre las anclas nos detienen de avanzar, muchas otras veces solamente nos alejan de los filosos bordes de muchas piedras que solemos elegir, sin saber bien porque.

30 de junio de 2016

Difuso ser

Hola, como estás? No me conoces, no te conozco, aunque reconozco que me encantaría hacerlo algún día, y es que me contaron tantas cosas de vos. Me contaron como te llamas, donde vivís, a que te dedicas, cuales son tus sueños, que música escuchas, como sos cuando queres mostrarle a los demás que sos, como ocultas cosas (si, confiaste en personas que valen la pena, porque jamás supe las cosas que ocultas).
Los relatos sobre vos son cuasi heroicos, ¿Y de qué otra forma iban a ser? Si la persona que me lo conto todo sobre vos te ama. Y lo admite, sin duda, admite que 4 años después te ama con la misma fuerza loca que cuando todo comenzó. Y eso me parece tan loco, tan desquiciado y tan suicida como admirable. Y es que ver a alguien enamorado la carga a una de una fuerza ajena que sin embargo se expande rápido, no es posible quedarte cerca de alguien enamorado sin terminar queriendo.
Y así la vida te agarra, caminando por una calle de una cuidad enorme que no te necesita, rodeado de personas que no te necesitan, con vidas que no te necesitan, y sabes que hay alguien que te necesita, pero siempre te parece poco. Y es que después de escuchar hablar a alguien enamorado, hasta a los más fríos se les derrite el alma.
Y acá te escribo aunque no me leas, porque me convencieron de que sos un buen pibe, de que vales la pena, de que tenés mucho para dar y mucho para ser, de que sos mucho. Y me da lástima, la verdad. Me da lástima que alguien así no sepa que otro alguien lo "vende" así, así de bueno y de lindo, así de inalcanzable.
Y por eso, aunque sigas con tu vida, aunque sigas con tu alma de poeta, con tu sonrisa (linda, si puedo opinar), y con tus vicios caros y baratos, como el de no querer que nada sea si el otro puede sufrir, aunque sigas. Seguí, dale que me caes bien, dale que vos no tenes la culpa, dale que se puede, dale que hay que vivir.
Pero no te olvides jamás, y sí, te hablo a vos, no te olvides de que hay personas que te aman en secreto, que se mueren por decirte mil cosas y no se animan ni a volver a hablarte. No te lo olvides, porque a veces podés tener miedo de no ser lo bastante para nadie, y resulta que sí.
Y quien te dice, capaz todos somos lo bastante para alguien en esta vida, y jamás lo supimos o lo vamos a saber.

26 de junio de 2016

Dejarse ser, soñando

Nada que me haga sentirte presente en este lugar que debería ser tan tuyo. Se me terminan las razones para quererte, para extrañarte, se me terminas vos. Uno más, uno menos, voy a seguir caminando. A veces me cuesta entender porque mientras otras personas se encaprichan con comida, con ropa, con películas, con mascotas, con algo, yo me encaprichó con alguiens.
Ya son bastantes, es más, a veces leo lo que escribí hace tiempo y me los cruzó, y los releo, vuelvo a ver a esas versiones de ellos que yo me inventé, esas flashadas lindas que me daban nafta, que me motivan y siempre lo han hecho.
Peligroso el vicio del amor platónico, quizás el más jodido de todos. Porque te aleja de ser lo que podes ser en la realidad, porque sólo podes ser bajo el resguardo de que es tu imaginación, de que nadie te puede juzgar o mirarte mal, de que todo lo que querés pasa como queres, y cuando quieras.
Y se vuelve adictivo, porque es más cómodo. Y de repente no te moves, proque en tu cabeza ya diste 1000 pasos, ya estás al lado de la línea de llegada. Y resuelta que nunca arrancaste.
Y te silbo una canción, y me escuchó un cd entero de tu banda favorita, y te escucho cantar desde mi balcón, y te sonrío, y viajo en el bondi esperando que aparezcas en una calle, y si puedo pasó por tu casa, o por el lugar donde te conocí, y si me acuerdo la fecha de ese día mejor. Y así me voy, presa de una nube de sueños que me atan a vos y me desatan en cuanto aparece el próximo alguien , el famoso alguien a quien amar. Bueno, si pudiera bajar por dos segundos, juro que los amaría, pero posta, los iría a buscar y les encajaría el beso más loco y lindo de sus vidas, aparecería siendo yo y queriendo ser al lado de ustedes.
Y a pesar de todo, valen la pena, los sueños locos y los vicios, porque a pesar de que la realidad no lo registre, yo creo que lo real va mucho más allá, y en este amor platónico irreal hay tantas cosas reales que no quiero dejar caer. No podría dejar sin ser a las fantasías más hermosas, a los amores más ideales, a las vidas compartidas y a los desafíos eternos, a las fechas exactas y a los lugares que tienen sentido, mucho sentido. Y por eso una vez más, brindo a su salud.

Cajones

Cuando arranque a escribir esto, era una historia. Hoy creo que más que una historia es una forma de saber, una forma de expandir la cabeza y dejar ser, y entender que suponer siempre puede llevarnos a rincones oscuros. Ojo, sigo siendo la reina de los prejuicios, pero sé en el fondo de mi ser que donde estamos sesgados, en ese nuestro punto muerto, se esconde a veces lo mejor de lo mejor.
Ahí deben estar las cosas más profundas que podemos llegar a pensar, los sentimientos más fuertes que podamos tener y las aventuras más mágicas que podemos vivir. Nada de eso llega.
Pero siempre existe una forma, y para mi esa forma la dan otros ojos, la dan todas las otras miradas que están sobre nosotros, que como no tienen los mismos miedos que nosotros, ven mucho más allá. Y la clave está en que dos por tres un par de ojos nos van a mirar de una forma única y van a ir despertando a esas cosas que no sabemos que tenemos, que somo sin ser, que sabemos sin saber, todo eso.
Y ese día las ventanas del alma se van a ir abriendo, y va a entrar aire, y vamos a hacer una fiesta, y nos vamos a dormir abrazados a la dicha del festejo, del derroche y del amor. Y ese día esperemos que llegue, porque bien sabemos que es muy ingenuo pensarlo como inminente, y es demasiado escéptico pensarlo como imposible. Simplemente me queda desearle a todos que alguna vez, un amigo, un amor, o un amarillo de sus vidas, les despierte a los muertos que tienen en el cajón.
Espero saber reconcer cuando me pasé, si es que pasa, y espero ser la llave que abra las puertas de muchos cajones.

De a momentos

De a momentos me cargo de sueños locos, románticos, de sillones eternos, de mates/cafés/tés e historias, pero al final sólo sos lo mismo que yo, y tan diferente, y me caes tan bien, y podría amarte, pero sólo si lo querés.
De a momentos los siento tan cerca, a todos, los 6, y nuestros rituales, y el rock, y las cumbias viejas, y todos los circuitos neuronales de la puta madre que nos parió, y los siento tan familia que me asusta.
De a momentos me convenzo de que tu exceptisismo es sólo cascarón, y de que tus sueños son canción en algún lado, canción que vas a escuchar cuando liberes a la bestia, y espero tanto estar ahí para verte ser.
De a momentos me siento tan llena de luz, porque me la transmiten con tanta fuerza, que nada de lo que compartimos puede ser oscuridad. Eternos son, grabados en la piel y en cada rincón de mi ser.
De a momentos te busco, te encuentro, y otros tantos te pateo pero siempre volvés, porque tenés que saber que por muy lejos que me vaya siempre vuelvo, en cada cosa que sacó de todo lo que soy, en eso están, siempre están.
De a momentos la vida parece una cosa que te arrasa, te despeina, te encloquece, te libera, te ama, o te da ganas de amar (spoiler: al final es lo mismo). Y en esos momentos resuena en mi cabeza eso que alguien que entiende mucho me dijo una vez, y me iluminó:

"música, mística, matemática, locura, es un cóctel hermoso."


Cócteles

Un cóctel seguro que puede definirse como una mezcla de ingredientes, con alcohol por supuesto. Pero yo no vengo a hablar de tragos.
Hoy quiero hablar de lo que se siente, lo que se siente cada vez que los ingredientes de la vida, de las personas, o las personas mismas se mezclan. Y ahí es donde todo de repente tiene un sentido.
Alguna vez leí sobre los encuentros, qué mierda significan, porque nos pueden hacer tanto. En la vida todos tenemos encuentros, y son todos tan diferentes, a muchos preferimos dejarlos ser, otros los evitamos (sin saber que evitándolos sólo los propensamos más, o los hacemos eternos en nuestra mente), a otros los planeamos, los llenamos hasta el tope de expectativas que sólo el tiempo nos dice si llegan a algo o no.
Mis pasos ultimamente, en este año eterno de la tortuga, van rápido, corren a velocidades que no podría haber sospechado, y, por suerte, están plagados de encuentros. Ay que lindos son, esos donde se respira un aire compartido, tan único cada vez, algunos aires tienen humo de cigarros impregnado, otros olor a pizzas, algunos más suertudos a comida casera, y así van.
De a momentos tenemos 3 años, de a momentos somos vagos, otras veces nos ponemos las pilas. A veces nos conocemos bien, de trasnochadas largas y mañanas ocupadas, otras simplemente estamos ahí mirándonos de frente, queriéndonos conocer y ver como somos, saber más, esperar que las cosas salgan cuando tengan que salir.
Pero todos tienen algo en común, un eje que los coordina y que me fascina: el momento exacto donde estás saliendo de uno, cuando agarraste la campera, cuando saludaste a todos, cerraste la puerta, y estás caminando, tomando un taxi, o a punto de acostarte en la cama muerta de sueño. Ahí todos me dejan la misma sensación, una jodida, una de esas que no se sienten todos los dias aunque ojala, una que es mucho más que los temas de los que hablamos, que la música que escuchamos, que los chistes y el sarcasmo, que las risas o las lágrimas compartidas, que las birras, que la comida, que el día, que la noche, que la casa, que los platos sucios, que los ruidos, que los puchos si los hubo; es más que eso, y es todo eso a la vez, es el famoso todo que es mucho mucho más que la suma de las partes.
Creo que lo más hermoso, intrigante, y a veces desconsolador de esa sensación que se repite y se transforma cada vez, es que no la podemos repetir. Nunca fue igual, siempre estuvo ahí pero sin ser lo mismo.

5 de junio de 2016

Charlas de madrugada

Si, me borré un tiempo, pasa que le dedique estas semanas a muchas cosas, a empezar a conectarme con la realidad de nuevo, con las personas, con los momentos, conmigo de a ratos, con la facultad, con la casa, con la vida.
El punto es que últimamente tengo la suerte, el privilegio exquisito de tener muuchas charlas de madrugada. Cada vez más veces son las que me doy cuenta de que son las 3 de la mañana, y estoy despierta, con toda la energía que puedo tener, hablando de algo que no suelo hablar con alguien.
Y es que todos conocemos el poder de las charlas de madrugada, son casi equiparables a la magia, porque son ese momento exacto donde nos despojamos de todos los disfraces que nos pusimos durante el día para no sentir vergüenza, miedo, para no ser lo que somos. De noche todo eso cae por su propio peso, por el peso de nuestros ojos que se cierran de a ratos, o porque pasa.
No hay frase, teoría, pensamiento, sentimiento que sea lo suficientemente loco de noche, de noche todo vale. Y sacamos el mounstruo a pasear, y nos reímos con más ganas, y lloramos, y contamos lo bueno y lo malo.
Muchas veces la noche nos sorprende hablando con personas que no conocemos bien, a veces, incluso con personas que no conocemos para nada. me pasó el otro día. Y de golpe, un viaje de 6 horas que viene atrasado se vuelve lo mejor que me pudo pasar, todo porque encontrás un alma inquieta que al lado tuyo también quiere llegar, pero no quiere llegar del todo. Capaz hasta que es la típica alma de pibe freak que tiene un cubo rubik en el bolsillo, y entonces te das cuenta de lo loco que es el mundo.
O sino, de a poco, vas viendo en esas personas que todavía no te cierran del todo, pero que caen tan bien, a personas que pueden llegar a ser buenos amigos, amigos de años, de esos que algún día van a adquirir el superpoder de entenderte con una sola mirada. Y por eso los empezás a querer, porque entre birras, puchos, chocolates, música (mucha) y risas, se vuelven algo que vale la pena mucho, y cada día un poco más. Y lo serían sin todo eso de por medio, eso seguro.
Y bueno, reconectar. En eso estoy, obvio, sigo intentando entender cosas como que soy la única que puede cambiar la forma en que veo las cosas que pasan, que yo las escribo y decido como llamarlas y vivirlas. Hacerse un cambio, en vez de buscarlo. Tan difícil y tan lindo a la vez.

18 de mayo de 2016

Nido

Al calor de un fuego artificial, y mirando todo de cerca. Muy cerca, quizás lo más cerca que he estado en un montón de tiempo. Buscando pisar fuerte y certero a la vez, buscando entender como todo cambia todo el tiempo y me marea, me da vueltas como a un bollito de papel que alguien apunta a un tachito de basura, al costado, de reojo y calladita, voy mirando como la gente camina y camina.
Yo también camino, lento, porque ir rápido o apurada es algo que jamás me gustó. Sin duda sé adonde camino, la cosa es que la parte mi que parece saberlo no me lo estaría contando pero bueno, le creo.
Como una tortuga todos avanzamos, una pata a la vez, sabiendo que no podemos hacer tanto mal como a veces querriamos, sabiendo que no somos más que un pequeño gramo de fuerza que se mueve en pos de un mundo que gira y gira, loco, desquiciado.
Insignificante ser, a vos te hablo, a vos que sos tan poco en relación a todo, y tan todo en relación a uno o unos pocos. A vos que sin ser, sos banda, seguí siendo.
Porque las sonrisas a veces son recargas, dan vida, aunque otras tantas no hagan nada. Porque una puerta abierta en algún lado, un mate bien cebado, una caricia, una estufita caliente cuando haga frío, una planta bien cuidada que te da vida por verla vivir. Todo eso es. Todo eso sos.
Cuando lo de afuera apunta a una, cuando el mundo golpea, un gesto lo es todo y mueve al mundo. Y te moves, siempre te moves.

23 de abril de 2016

Miradas profundas

La vida se basa en rachas, un mes todo parece estar perfecto, un día todo se caga en vos y las cosas empiezan a salir mal. Aunque esta vez no vengo a llorar, no vengo a llorar porque más allá de mi humor nublado, de que pensé que capaz estaba en una mala racha, esta semana me dió mucho.
Me devolvió a una persona que perdí por años, no por enojo, no por dolor, no por nada, simplemente porque todos nos perdemos. Caminamos y nos alejamos, y sin que nos demos cuenta hacemos un camino largo, de ida, y vamos y vamos. Años que no te pensaba, y volver a verte fue loco, fue hermoso y genial, tuvo esa magia que se tiene con los viejos amigos, esa confianza que no tiene fecha de vencimiento, que no tiene nombres ni equivalentes, que no tiene explicaciones tampoco. Solo sé que al lado tuyo me sentí en casa en un ambiente que podría haber sido más hostil. Tenerte realmente al lado me recordo que no soy la única que observa, y vos miras todo con esos ojos como cámaras que buscan guardar un registro de todo lo que se dijo, pero más que nada de todo eso que nadie dijo, de las indirectas, de los ojos en blanco, de las caras, de las sonrisas. Y sí, capaz que para algunos sos molesto, capaz que te repito cada 3 minutos que sos un tarado, pero sos tan vos que me arrollaste el alma de recuerdos lindos, y me llenaste de ganas de crear nuevos al lado tuyo. Gracias por devolverme tu amistad, tu presencia y tu sonrisa calculada. Ah, y gracias por nunca olvidar. Y tenías razón, vos y yo nos entendemos.
Y después bueno, creo que me tocaba vivir algunas despedidas. Sin embargo nunca pude ver eso como algo malo. Si, es feo sentir soledades, pero también tiene mucho de simbólico regarle una sonrisa a otra persona, saber perfectamente que capaz no va a seguir ahí, que capaz como todos nos perdemos, también nos toque perder a esos seres que siempre saludan y sonrien al pasar. Pero saber que estaban, saber que se van pero que ellos siguen, que son, que respiran otros aires que les regalan otras cosas, que encuentra otras pasiones y que siguen siendo lo que son. Eso es lo mejor que podemos esperar para cualquier ser que nos haya tocado alguna vez la puerta o el alma, que la mayor parte del tiempo son la misma cosa. Gracias por las risas, las notas por abajo de la puerta, por contarme las verdades que no siempre se dicen, por saber estar y ser al lado o cerca mío, soportando y transformando, gracias por los recuerditos.
Tsunami de sueños locos, que amainan con la lluvia, de noches largas, de tardes de sol, de cosas cotidianas que te llenan de magia, que te llenan.
Y todos, absolutamente todos, tienen miradas profundas, de ojos negros, marrones o verdes, eso nunca importó.


19 de abril de 2016

Calesita oxidada

A veces el orgullo es más poderoso que cualquier cosa que piense que puede hacerme bien. Y honestamente no sé explicarlo. Nunca supe.
Nunca supe porque sigo relacionando a ciertas personas con momentos de mi vida, porque nunca las pude sacar de esa categoría, que mierda será lo que hicieron (si se que no hicieron nada malo) para merecerse quedar etiquetadas en el peor año de mi vida hasta ahora.
No sé que será la fuerza que siempre en mi pecho me hace rechazar cada encuentro, qué es lo que hace que me esconda si las cruzo, cuando debería abrzarlas, decirles que gracias por ser lo mejor que tuve cuando peor estuve. Porque suerte de cruel decisión mi corazón se pasa temporadas enteras menospreciando esa amistad, ni idea tengo yo.
Camino por las calles con el secreto miedo de cruzarme a ese pasado, el otro día quise ir a ver que onda, me metí en la boca de lobo, a pedido de una suerte momentánea: volví al barrio. Y no, no era mi barrio, y me sentí tan fuera de ligar, cada paso un poco más gris, cada minuto un rayo de sol menos. Y así me recorrí unos buenos kilometros pensando que fue la ilusión que me hizo creerme que era parte de algo ahí, que me conocían, que me saludaba algún vecino de pasada. ¿Cómo mierda me comí el cuento de que algo bueno podía salir de una experiencia de mierda?
No sé, pero por las dudas me sigo escondiendo, y sigo envidiando un poco esa amistad hermosa que tienen personas que me conocen más de lo que pienso, que conozco bien y que extraño a veces, cuando es de noche y tengo insomnio, cuando no hay ruidos, porque estoy sola, porque no hay risas en la cocina, nadie quiere mates de trasnochada, nadie tiene que estudiar (bah, yo, pero no cuenta), cuando no hay que bajar la voz porque otra madruga, nadie madruga, ni siquiera yo.
Y acá me siento, en mi calesita oxidada, en mis domingos largos de sueños viejos, en mi nostalgia como modo de vivir, y en las risas que recuerdo pero no escucho, que podría pero no comparto.
Porque no sé perder. Nunca lo supe, y no puedo soportar perder contra ese rencor irracional y salvaje que me hizo enterrar todo demasiado pronto, todo muy veloz, todo muy actual, todo muy "lo superé todo" cuando no se supero nada. Y lo sé, lo más triste de esta canción es que lo sé.
¿Quién te dice que algún día de estos me amigo con la vida? Capaz hasta termino tomando mates en otras galaxias, que son de otras personas, que son de otras vidas.

17 de abril de 2016

Noches impretéritas

Pierdo la fe de a temporadas. No sé desde cuando pasa, pero sé que tiene que ver con mi manera de funcionar. Siempre fui así.
Es por eso que ya me conozco el patrón de memoria, son 2 o 3 noches, pueden llegar a ser semanas, en donde nada parece tener un sentido, cosas que normalmente me parecen bellas y hermosas pierden mucha o toda su magia.
Y de golpe, llega una noche impretérita. No sé si es una palabra, si significa algo, no sé identificar esas noches hasta que en un segundo la noche parece ganarse su impreteriosidad de golpe.
Y todo vuelve a recobrar sentido. Y me doy cuenta de que jamás lo perdió, de que solamente yo me encegué una temporada y no fui capaz de encontrar esas mínimas cosas que le dan una magia a estar vivo, a ser o a pertencer, a existir en si mismo. A ser uno.
De golpe se prenden todas las luces del barrio, de golpe se escucha una batucada que recorre las calles de la ciudad más hermosa y más turbia que existe. De golpe la vida, la juventud, los sueños, todos se despiertan.
De golpe amo. Amo a mis amigos, a mi familia, a los seres que me regalan momentos  de gloria o de felicidad que simplemente no se comparan. No se comparan con nada.
Sueno a propaganda de jabón antibacterial, o de tarjeta de crédito, ya sé.
Pero dejenme acá, en este mismo lugar, en este momento, donde el viento sopla y enloquece, donde el barrio suena más que su silencios, donde las cosas se rompen, se caen, la gente se enoja, pero todos sienten, siempre sienten.
Y en ese sentir está todo, en ese sentir nos hallamos dos por tres, y que suerte que nos hallamos, porque ¿Qué sería de nosotros si no nos hallaramos?
Por esto y más, por las causalidades más locas, por las tortugas que nos encontramos en los caminos retorcidos del destino o de la nada. Por no creer, por creer, por eso brindemos, demoslé una calada más al cigarrillo que se consume en las manos frías de una sociedad complicada, de personas jodidas, de sueños impregnados con realidades varias.
Sirvamonos un pedazo de estas noches largas, de noches locas, de noches eternas, de noches impretéritas.

8 de abril de 2016

¿Qué cabe esperar?

Cabe esperar que te cruce en alguna calle.
Cabe esperar que un abrazo siempre acorte distancias.
Cabe esperar que las cosas salgan bien.
Pero también cabe esperar que las cosas salgan mal.
Cabe esperar que mi filosofía de vida, tan de los 20, tan de los que sueñan más que lo que pasan en tierra, caiga.
Va a caer, la pregunta es cuándo.
Cabe esperar que odie al mundo por lo que es.
Cabe esperar que los shibbolets del mundo me alcancen para entender que todos somos sólo lo que podemos ser.
Cabe esperar que todos los optimistas me digan que podemos ser más de lo que somos.
Cabe esperar que algunos de ellos lleguen a ser ese más, cabe esperar que otros no.
Cabe esperar que la vida nos cague a palos.
Cabe esperar que ciertas cosas nos devuelvan vida.
Cabe esperar que lo intente.
Cabe esperar que me de miedo intentar.
Cabe esperar que siempre tenga miedo y jamás intente.
Cabe esperar que mi intuición me diga cuando hacerlo.
Cabe esperar que le crea, porque en mí no falla.
Cabe esperar que te ame.
Cabe esperar que nos amemos.
Cabe esperar que todo sean encuentros, al comienzo.
Cabe esperar que todo caiga por su peso.
Cabe esperar que haya desencuentros, diferentes secuencias y momentos.
Cabe esperar que todo sea raro.
Cabe esperar que todo se sienta natural, normal.
Cabe esperar que los sueños mueran.
Cabe esperar que construyamos nuevos, juntos.
Cabe esperar que peleemos, mucho si se puede.
Cabe esperar que haya magia.
Cabe esperar que haya risas, noches de viernes sin salir.
Cabe esperar que las cosas vayan bien.
O mal,
Cabe esperar que todo surga de la galera de un mago.
Cabe esperar que nada sea tan así.
Cabe esperar que este delirando y el amor sea otra cosa.
Y a pesar de mucho, de que mi versión cínica de la vida, que se contradice con la belleza que encuentro en todo casi siempre (acordate que las contradicciones son las que más hablan de nosotros), y con la tristeza que encuentro en todo, casi siempre también; cabe esperar que todo eso te enamore.
Y por eso, sólo por una esperanza vana:
Cabe esperarte.

3 de abril de 2016

Alfi

Dicen que mejor tarde que nunca, yo creo más bien que siempre nos vamos a arrepentir de no hacer las cosas en el momento en que las pensamos por primera vez. Lo loco es que a veces para algo sirve, a veces las cosas cambian rápido, como funciona esta vida, a los tumbos y uno termina de correr la carrera sabiendo que algunas fichas cayeron.
Y algunas fichas cayeron, y acá vamos, por arrancar una semana de un mes que nadie esperaba que llegara ya. El desconcierto es una de las mejores cosas que nos pueden pasar, y la peor también, nos obliga a estar despiertos, a movernos y no emperrarnos en lo que nos llama desde atrás.
Por eso quiero creer en un destino, y por eso llevo 3 meses buscando coincidencias locas, y las voy encontrando, o eso creo y con eso me alcanza.
Relojes que se mueven de por medio, llegué en el momento donde fui útil, y eso sirvió, y mucho. Encontré personas con perspectivas diferentes, animales que lo entienden todo, y muchas novedades, y el marzo gris recuperó colores.
El viento sopla de nuevo, ya es momento de abandonar ilusiones, y capaz que es hora de no construir nuevas encima, y dejar que algunas cosas pasen si tienen que pasar. Porque una piedra a la vez, podemos hacer que hasta los más escépticos le encuentren sentido a una esquina. Y porque de a sorbitos la vida pega un poco menos.
Por eso más allá de que sé que mi naturaleza tira, que los mundos imaginados, que las charlas que no pasaron ni van a pasar, y todos sus lindos agregados van a querer aparecerse de nuevo, voy a intentar hacerles frente.
Se están yendo muchas cosas conocidas, cómodas, que me daban seguridad y que me hacían pensar que uno puede conjugar la soledad con el encanto que tiene al comienzo, apoyándose en que hay una puerta que tocar si las cosas se ponen heavys.
Por eso la despedida, por eso chau castillos de pensamientos, chau potenciales palabras, chau potenciales momentos, chau potenciales momentos de felicidad pura, chau porque no van a venir, porque lo sé bien desde hace mucho aunque me guste hacerme la boluda.
Si bien es diferente y un poco cobarde, de todas formas agradezco tácitamente, de nuevo, a las personas que aparecieron en ese camino, a los que lo motorizaron en el comienzo, esos que siempre esperan a que yo lo vaya aprendiendo y entendiendo. Dar gracias libera y enriquece, deja soltar.
Y hola incertidumbres, hola miradas raras que parecen salidas de una película, hola otoño, hola estudio, hola abril.

29 de marzo de 2016

¿Qué ve una vaca cuando se mira al espejo?

Leerte o escribirte, quizás descifrarse. Las ansías de comprenderlo todo, de llenar cada duda, cada espacio en blanco que hay, las ganas de saberlo todo, de comerse al mundo, de entender al humano.
Como con todo, hay noches donde la única persona que parece quererlo soy yo, y todo es incomprensión e islas, pero no las islas de Albert, más bien las islas de los náufragos, islas de desesperación y desconsuelos que van tomando formas variadas con el tiempo.
Leer a otros nos hace querer leernos, nos abre al mapamundi del todo, de la nada también, saber de donde sale la idea loca de alguien, saber si tenía a quién querer o si no, saber si criticaba a su mundo o si lo amaba. Predecir los finales, suponer las cosas, defectos de profesiones locas y tan necesarias, y de personas locas y necesarias.
Paso a paso, trepando por las guías, consumiendo historias como un cigarrillo que se consume con el viento, saber que no tenemos que permitir que cualquiera tome caladas de nosotros. Saber que a veces hay que permitir que los demás se acerquen. Saber que hay casas, muchas, más de una, y que tienen puertas cerradas o abiertas, que no podemos controlarlo.
Ser tolerantes, libres y menos seguros, ser esas personas que están ahí para hacer preguntas que los demás no hacen. También ver, sin miedos, sin anteojos, sin dudas, y con todas las dudas del mundo; shibolettear al mundo y darlo vueltas porque no sabemos mirarlo de un costado solo, hay que mirarlo como a un cuadro, desde muchos ángulos, encontrarle el arte a la vida, y la vida al arte.
Viendo me di cuenta de que las personas nos parecemos más de lo que pensamos, que hay algunos que nos convidan una incertidumbre que tiene tanto sabor a vivir, a estar y ser, a no parar, nunca parar.
Sé que muchos ven a través de mí, y ansío ver a través de muchos, de momento de los que importan, los que me hicieron lo que soy cuando no sabía ser, la gente que te forma. En otros capítulos ya va a haber tiempo para los que te transforman, para los que cierran ciclos de armonía o de quilombos, de idas y vueltas.
Sentarse sola en un banco, mirar y pensar, placeres de la vida si los hay. Pero más placentero todavía saber que aunque no estén ahí justo,  hay miles de otros que están haciendo lo mismo, que lo van a seguir haciendo, saber que los hay como uno.

26 de marzo de 2016

Je vole

Nunca vamos a poder entender lo que no podemos sentir, y debo reconocer que no sé sentir el amor incondicional, la entrega, no sé que será eso de despertarse a las 4am porque simplemente un ser que no es capaz de entender o buscar, tiene hambre.
No sé hacerme cargo del otro, no sé sentir su alegría y dolor como propios, no sé que será verlo lograr lo que quiere en la vida, ni verlo caerse cuando las cosas no salen como espera.
No tengo ojos de madre, no sé que es lo mejor, no espero saberlo.
Pero si espero que en algún momento se encuentre algo de paz, si espero que cada persona que conozco que se hace cargo a cada momento de otro ser, que aquellos que esperan ver un mundo mejor para los que aman, y luchan a cada momento con la desesperación de ver que no se puede frenar a las personas, que no se puede controlar nada. Espero que se encuentre algo de paz, porque veo en los ojos de mis viejos esa luz, ese miedo, ese deseo de armarme con toda clase de espadas para que nadie me lastime, pero también de dejarme ir, de soltar porque soltando nomas podría volar tan alto como ellos me enseñaron, y como yo pienso que puedo hacerlo.
También lo veo en la cara de los padres que se equivocan, que por no saber escuchar, aquellos a los que la realidad los dejó de lado hace un tiempo, que perdieron el tempo, que no saben bailar este desquiciado ritmo actual. Y que por no saber moverse a tiempo pierden la huella de sus hijos, y aunque a veces me guste culpar de más y no tenga compasión, reconozco que tampoco debe ser fácil. Vivir en la burbuja de un hamster y girar sin parar, vivir.
Lo ves en la cara de aquellos que no hace mucho que están en esa rueda, los inexpertos. Lo ves en el aparente control de todo que creen que tienen, y en los retos de las generaciones anteriores que creen que hacen todo mal, que creen que no van a saber. Y saben, capaz que no todo, ni demasiado, pero saben. Cuando el mundo se reduce a unos rulos rubios, y una risa sin dientes.
Suelo condenar a los padres, lo hago todo el tiempo, por ignorancia quizás. Sin embargo a veces se requiere valentía para todo eso, para tanto sacrificio, para tanto dar y tan poco recibir. La injusticia más común, la balanza que siempre se apoya en un lado, los sueños resignados, la música del llanto pero también de las risas, el tiempo que se escapa corriendo y ver el mundo reflejado en los ojos de un ser que es creación propia.
Si, es jugar a ser dios, bien ya lo dijo un amigo, pero a pesar de todo es también otra versión del amor y de la valentía.

Calma chicha

Sosegar. Verbos locos si los hay, creo que jamás lo termine de entender hasta ahora, y es que desde ese 10 de marzo loco de las noches, los amigos, las charlas y las calles de esa ciudad que me genera tantas contradicciones, desde ahí vivo sosegada. No puedo evitarlo, nada me choca, nada me afecta, nada me desequilibra. Y estoy empezando a entender porque es lindo este estado de vivir, de ser.
Pasaron cosas, marzo remontó, entendí un poco de todo lo que paso, y lo demás lo voy calando de a sorbitos, con paciencia y bastante paz.
Redescubrí a las personas que amo en personas que son mucho más de sí mismos, y en mi opinión, una mejor versión de ellos mismos, la original. Capaz que el alma se tiene que sacar a tomar aire cuando uno es joven, y por eso las vemos tan transparentes y tan sueltas, por eso se camina sin peso y se respira ligero. También por eso me cuesta entender el dolor ajeno, ese que siempre comprendí bien, también por eso me helaste la sangre diciéndome que no me gustaba ese papel; y no, no me gusta para nada porque me lleva de nuevo a la superficie de todo, cuando cada día me enamoro más de lo profundo de la vida.
Se corren riesgos, la apatía me pisa los talones y mi suerte quizás ya no acompañe tanto como antes, aunque no sé si soy quien para decirlo. Corro riesgo de dejar mucho atrás y no sentir pena en absoluto, corro riesgo de vivir deslumbrada por lo que es nuevo y brillante y olvidarme de lo viejo y conocido.
Pero a su vez, de vez en cuando me toca volver a ese mundo viejo y lo encuentro igual y diferente, y me hace reír, y me demuestra que sigue ahí, tan sentado como yo lo suponía.
Por eso, en el espíritu de que de a poco a todos nos chupa un huevo todo, pero no nos olvidamos así como así, y en esa cosa de vivir los días de a uno que de repente parece que se me da bien, en esa ola respiro y abro las ventanas del alma, dejó que los demás vean los trapos sucios colgados al sol, que entiendan de a poco, y tomo todo con un poco más de calma.

8 de marzo de 2016

Conocernos

Yo sé que la vida va a paso firme, va rápida, corriendo atrás de cada cosa que nos pasa, nos lleva a los pedos, nos golpea y nos mima por igual. Y por la razón que sea, sé que lo que soy muchas veces no funciona para todos, no funciono con mucha gente, no funciono cuando llueve, y voy por la vida con delay en temporadas de invierno.
No espero que las personas lleguen a amarme enseguida, quizás espero nomas que alguna vez consigan hacerlo, quizás ni siquiera eso. No sé que espero de mí, no sé que espero de los demás, no sé que espero. 
Pero hay ciertas certezas que la vida nos regala en momentos perfectos y simplemente discordantemente hermosos. La familia, los amigos, los hermanos que la vida no nos dio, que elegimos. Todos esos seres que me vieron pasar crisis peores, que me vieron llorar de a ratos, que saben como soy cuando sonrio, lo que me gusta comer, a que hora me da sueño y adonde me gusta ir cuando piso la calle. Son esos seres que se agotan de mí, que exaspero todo el tiempo, que me odian y me aman por partes iguales, que a veces me matarían, otras me cambiarían, o me callarían de un sopapo, pero que sin embargo están, son, de carne, de hueso, de amor, de historias, de años.
Son cada paso compartido, son los momentos locos, las pelotudeces, esas que me acuerdo con frescura, son silencios y tensiones, de noches y mañanas, de inviernos y veranos, de risas, de cigarros, de agua, de alcohol también, pero pocos.
Siempre les doy un papel en mi vida que puede parecer lo más exagerado de todo, pero sentir que alguien no te va a juzgar al final del día para mi es la definición misma de gloria. Glorioso el momento donde nos cruzamos y donde hoy somos todavía, y por eso, simplemente porque a todos nos sana un poco que nos miren con un amor tan profundo que supera las palabras, porque por mucho que les dedique horas, y hojas, y letras, nunca voy a poder descondensar esa dulzura que sé que sentimos cuando sabemos quienes somos hasta la médula, y sabemos que queremos a ese ser así como esta, sin moverle una sola coma, un solo dedo. 
Porque no intentan que siga de vacaciones cuando para mí el año no sólo empezo sino que esta en plena marcha, porque despertarse conmigo no los perturba, porque no requieren porques. Solo son, y me dejan ser.
Sigamos navegando por mucho tiempo más juntos.

3 de marzo de 2016

Marzo gris

Marzo es uno de los meses que más me gustan, de toda la vida, un poco porque es mi cumpleaños pero mucho más porque es el mes donde todo comienza. El verdadero año nuevo arranca acá: los chicos van a la escuela, los grandes siguen laburando pero con renovadas pilas y pilas de trabajo, los bondis tienen más frecuencia, las calles explotan de golpe y la gente parece que saliera de las baldosas. Vuelve a vivir todo.
A pesar de eso, en mi hermoso año de la tortuga, evidentemente todo tiene que cambiar, porque marzo arrancó frío y gris, con nubes que amenazaron con derribar mi optimismo en este año, y un poco que casi lo logran. Tengo las defensas bajas, y el sentimiento de que algunas cosas no me van a salir como quiero, pero bueno, acá voy, caminando.
Creo que puedo reducir mis miedos a estar alejándome mucho de las personas que siempre estuvieron, de mis viejos, de mi hermana, de mi mejor amiga; lo más jodido es que es un alejar consciente, donde elijo estar en otro lado porque me es más fácil existir y porque respiro más liviano, pero eso hace que la vida que compartiamos se quiebre, el famoso quiebre.
Por otro lado siento que todo lo que me rodea en este "nuevo" mundo, en esta dimensión con mucha menos gravedad, es mucho más pasajero, es una cuestión de ligereza que me asusta. ¿Voy a poder crear algo con cimientos en una época de mi vida donde todo pasa, donde a nadie parece que le importará? La indiferencia está de moda, pero eso no va conmigo, y por momentos quiero tirar todo por la ventana, guardarme en mi hogar, en mi refugio de un mundo complicado, en mi guarida... Que a su vez y por insistencia mía es nuestra guarida, es ese lugar que siempre quise que sea seguro para todos, pero que a veces es tan seguro para los demás que yo me siento en arenas movedizas, hundiéndome en el peso de las promesas que hice.
Si, mi otro hogar, el de toda la vida, ese es seguro para muchas personas, pero siempre tuve a esos dos policías que son mis viejos, que aunque son más buenos que el pan siempre supieron ponerle límites a todo, y ahora yo soy la que delimita, y a mí siempre me costó decir no.
Y en medio de esas confusiones que atormentan a mi conciencia día y noche, hay una vida que arrancó, porque yo lo dije: todo comienza en marzo. Y arrancaron esos días de estudio heavys, también los suaves, las tardes de mates, las mañanas de charlas medio adormiladas, las promesas que se cumplen y las que no, las personas que agotan y las que energizan. Solamente que me crucé a mucha gente que agota.
Y obvio que comparo este marzo con otros marzos, y me sirve para entender hasta que punto yo misma agotó a los demás, hasta donde choco porque no me gusta algo de la otra persona, y hasta donde choco porque nos parecemos mucho, porque nos diferenciamos mucho también.
El desafío que la tortuga me planteó para este marzo revuelto es saber cuando parar, saber bajar, saber callar, saber ser sin estar todo el tiempo con la mente en algo, ¿Lo opuesto a mi ser? Ya no lo sé, me perdí el año pasado y todavía no me encuentro, pero parece un buen momento para bajar de la calesita mental, para poner los pies en eso que llamamos tierra, para respirar porque todo es más fácil cuando encontramos el aire que nos falta.

27 de febrero de 2016

Diagonal encantada

La plata. Mi ciudad de las nubes, mi ciudad de los aviones. A veces, simplemente mi ciudad. Cuando todo lo esplendoroso se apaga con el sol, ella, oscura y suburbiosa, sigue brillando con luz propia.
El barrio, desde el taller de enfrente, hasta el chino de la otra cuadra, el telo de acá a la vuelta y pasando por las cosas que ningún otro barrio tiene, como el chajá del patio aquel.
Una rutina que me enamora cada nochecita, en ese tramo de la jornada donde hay muy poca luz como para decir que es de día, y muy poca oscuridad como para decir que es de noche. Y acá estoy, yo que siempre odié las horas tibias, amando una de ellas.
Tu majestuosidad se disfraza de cotidiana y notarte es cosa de foráneos, de ocupas que nos caminamos tus calles como propias, que lloramos tus lágrimas y reímos tus noches con amigos, que te quitamos espacio pero te aportamos vida, oxígeno mental y un par de ojos que expanden su mirada a cada segundo, que te mantienen joven.
Y pensar que tus famosas diagonales son sólo una de más tus maravillas. Y vos, la más grande de todas.

La fractura

Quiebres, siempre son quiebres. Los que nos despiertan y nos intimidan, los que nos seducen y nos enloquecen. Sin los quiebres no somos. Cada uno es una línea fracturada, atravesada y loca, casi anárquica de lo caótica. Como ese inmenso suelo salino que me regaló una lección y que hoy ilumina con fuerza desde el fondo de una pantalla que alguien inventó para evitar eso mismo: los quiebres. Pero la fractura nos persigue.

El cruce y la búsqueda

Inspiro aire
Exhalo humo
Y te escucho
Siempre te escucho
La luna, ilumina al mundo
Vos iluminas mi noche
El viento arrulla soledades
Y yo empiezo a entender
La inmensidad de los inquilinos
Inquilinos, lo único que tenemos en común vos y yo.

24 de febrero de 2016

El año de la tortuga

Todos sabemos que hay años y años, hay algunos que nos transmiten mucho y otros poco, que nos cambian más o menos, que nos tocan y nos revuelven en diferentes direcciones, hay años que nos enloquecen.
Bueno, por más de una razón puedo decir que siento que este año viene con demasiadas cosas abajo del brazo, mayormente buenas y siento que cada día va a valer. Por ninguna razón, desde que comenzó hasta ahora se me cruzaron dos tortugas, dos muy diferentes, simbólicas o tan reales como un pedazo de piedra tallado, pero se me cruzaron. Asique en contra de la denominación del horóscopo chino, declaro que este año es el de la tortuga.
Un atardecer lluvioso y naranja a muerte me avisa que la noche va a ser fresca, que las cosas están pasando, que todo cae por su propio peso. El tiempo sana y aleja, no cura pero si atenúa, y sin duda permite vivir con.
Y es por eso que seamos tortugas, vayamos lento, suave, no jodamos mucho a nadie, busquemos que la calma se mantenga, dejemos de hablar y hagamos silencio hermoso, veamos lo sublime en cada esquina del barrio, en los árboles moviéndose al compás de una brisa que no alcanza a bajar los 40 grados de confusión y agotamiento que tenemos encima, pero que alcanza para que por unos minutos todo salga bien.
Dejemos querer, dejemos ser, seamos y amemos, y curemos, siempre curemos. El mundo nos quiebra, nos rompe, nos mata y nos revive, nos sacude, y siempre vamos a necesitar a esa persona que se nos pare al lado y espere paciente a que su amor y su paciencia, y el tiempo, todo lo remienden (aunque sea a medias).
Encontremos a esa persona, abramosle la puerta o una ventana aunque sea, dejémonos ayudar. O seamos esa persona, busquemos esa puerta o esa ventana, ayudemos. Seamos tortugas.