28 de marzo de 2014

Las ventajas de ser invisible

Originalmente, iba a usar esta entrada para hablar del libro y de la película con el mismo nombre, pero uno nunca puede seguir las ideas de la misma manera si las retoma un tiempo después. Y hoy me siento invisible, o quizás me siento tan visible como para que nadie repare en mi.
Lo lindo de vivir en una cuidad grande es que nadie te conoce, no sos tu historia o tu parentesco, sos simplemente uno más de las miles de personas que miles de personas se cruzan cada día. A veces es lindo no sentirse especial, siempre vivi bajo esa premisa. No me gusta llamar la atención, ni ser una princesa, no me parece importante demostrar todo lo que siento y soy reacia a pedir ayuda.
Sé como disfrazar los sentimientos, sé mentir y fingir que las cosas están perfectamente en mi vida. Lo aprendí para no lastimar ni preocupar a los que amo, ya que siempre pensé que si la tristeza que una siente no tiene solución, compartirla solamente es otra forma de amargar a más personas.
Pero acá estoy, sentada en mi cama, mi castillo y fortaleza y donde más cómoda me siento, y tan sola. Sola por el hecho de que soy bastante consciente de la paciencia que se necesita para compartir tiempo conmigo. Sé que soy difícil y que me falta conciliación, porque un orgullo gigante vive tratando de abrirse paso desde adentro de mi cabeza cada minuto del día.
Y por eso extraño. Extraño que las personas me conozcan bien, que me banquen a pesar de todo, extraño que alguien pase horas hablando conmigo de cosas que no tienen nada que ver con nada, pero simplemente me hacen bien. Extraño que los demás sean capaces de ver a la persona que hay abajo de cada comentario, porque es un trabajo complicado y que requiere de un ojo entrenado, y de un corazón muy grande.
Extraño ser más que una persona en las vidas de las demás personas. Puedo estar bien, sé que puedo hacerlo. Pero hoy extraño más de lo que mi orgullo me viene permitiendo admitir, y no me puedo perdonar eso.

26 de marzo de 2014

Shock

Me dejaste shockeada, tengo que admitirlo. Conocerte me alegro un día que venia mal, y además me dejo con muchas ganas de verte, simplemente eso, creo que haría muchas cosas solamente para pasar 45 minutos hablando de libros, de música, de todo con vos.
Te conocí e una librería chica y familiera, y sentí que estaba adentro del argumento de una película. ¿Cuántas chances tengo en esta vida de ver a un chico y enamorarme de manera instantánea? Conociéndome bien a mi misma, muy pocas en realidad. Pero vos viniste a mi vida para romper reglas, me di cuenta enseguida.
Y lo más doloroso de todo esto es que después de haber pasado el mejor rato charlando con vos en esa librería que empecé a considerar mágica, no sé tu nombre. Me dio miedo preguntarte, sentía que iba a arruinar el momento y eso seguramente fue estúpido, pero fue lo que pensé. Y ahora estoy sentada pensando en vos (una costumbre reciente, tengo que admitir) y no sé ni siquiera como decirte. En mi cabeza siempre vas a ser el chico de rulos que ama la poesía y estudia literatura.
Ojala que la vida nos vuelva a cruzar, juro que si pasa te pregunto tu nombre, porque simplemente lo necesito.
"Y yo sola con mis voces, y tú tanto estás del otro lado que te confundo conmigo."

17 de marzo de 2014

La historia del sol que nunca amanecia

Nunca pude comenzar un cuento con "Había una vez..", tampoco sé como hacer que sigan su curso sin irme por la ramas. Siempre pensé que cuando alguien se va por las ramas, es porque esas ramas son mucho mas interesantes que el tronco, y podrían volverse un tronco con más ramas. Y de alguna manera encontrar una forma de unir las ideas en red, de captar el valor exacto que cada cosa tiene para uno mismo, esa es la magia de las conexiones.
Y eso no tiene nada que ver con mi sol, porque tengo que admitir que esta no es la historia de un sol cualquiera que me cruce por ahí, es la historia de un sol que me ilumina y me alienta, uno que vale la pena cada día de mi vida.También es la historia de mi hermano de alma, de mi amigo, de la persona que crea un vínculo hermoso donde no había nada más que un nombre desconocido. Y ese solcito se me marchita de a poco y no sé como ayudarlo.
Tengo mis dudas de que haya una forma exacta de saber como ayudar a otra persona, a pesar de eso pongo empeño día a día en conocerla y estudiarla, pero mientras tanto me siento sola a pensar como ayudar a los que amo. Y amo a mi sol, porque siempre supo sacarme del encierro de mi cabeza, siempre supo ayudarme a superar las ausencias. Lo más irónico es que hoy es él quien se siente solo y yo no sé como puedo solucionar algo. Porque no puedo correr a abrazarlo, ni sentarme a tomar mate con él. Solo puedo mirar una pantalla fría y hablar de la manera en que sé que mis palabras van con calidez, van con empuje y fuerza para seguir un día más.
Es gracioso como las personas buscamos solucionar las cosas, yo odio pedir ayuda, y él también. Y precisamente por eso nos ayudamos mutuamente, para no morir ni decaer, para no aflojar.  Y hoy sólo me sale decirle lo importante que es para mi, y lo poco que puedo hacer y lo mal que eso me hace. Quisiera una manera más fácil de hacer las cosas, aunque estoy segura de que si se dio así no hay porque cuestionar.
Sólo me queda pensar que en cada palabra veo un gesto con la fuerza de un abrazo, en cada puteada cariñosa veo una cotidianidad que nunca existió, en todo lo que es veo una forma de volver a entender lo que soy. Y ojala que yo pueda hacer lo mismo por ese sol que nunca amanece