31 de enero de 2017

Profundidad de alma

Eso me dan, siempre y cada vez. Le hablo a mi segunda familia, a esos 3 hermanos, a esas 2 madres, a esos innumerables compañeros de juegos y de arte, a los perros, los gatos y a cada rincón del viejo taller hoy hecho negocio. Todavía no puedo evitar entrar y recorrerlo como si fuera mío, veo las mesas en otros lugares, las paredes con otros cuadros, los rincones de mi vida hechos memoria.
Es lo mismo que veo cada vez que les doy uno de esos abrazos de oso, de "Nos volvemos a ver", de "No te das una idea lo que me hacia falta verte", y es que sin duda, son un imprescindible en mi universo, una extensión de mi alma.
Paso mis días siendo lo que me sale, y en general eso es una persona con pretensión de parecer fuerte, de poder con todo, con muchas puteadas, con muchas quejas y con muchas sombras que me gusta mostrar en la primera impresión. ¿Qué espero con eso? Ni yo te sé decir, capaz que espero asustar a la gente, que se den cuenta de que las cosas nunca van a ser fáciles conmigo, que estoy llena de certezas (que cambió con cada estación del año, o mejor, con cada día); llena de miedos que disfrazo de seguridades, aunque a la legua se vean.
Pero esa es una imagen que nunca usé con ustedes, con ustedes siempre la risa le siguió a las puteadas, el amor al falso odio, la paz que transmiten es lo más puro que conozco, es lo que llena el alma de a sorbos y te hace sentir más fuerte que nadie en esta vida.
Porque ustedes necesitan muchos menos escudos que yo, aunque aún así los tienen, abajo de esa máscara de frialdad tan negociable; pero cualquiera que los calé un poco hasta los huesos puede ver su centro, puede ver el andamio espirtual que sostienen con el corazón y con la mente, pueden ver el poder de la fe, o de las energías o de lo que sea que los llene. Y yo los miro y sonríó, porque sé que con ustedes siempre estoy jugando un papel crucial, siempre sirvo como contrapeso, como extremo y como orden en el caos, como mano que los va a llevar por el unvierso si hace falta, ustedes me hacen sentir que estoy a cargo, y a cambio yo lo daría todo por verlos lejos de los quilombos y poder ayudar siempre, aunque sé que no se puede.
En medio de las risas, los cuadros, las cosas que creamos y el poder de nuestros colores y nuestras formas características, de nuestra esencia hecha obra, de las quintas, las piletas, los departamentos, los balcones, y las familias clandestinas, ahí los encuentro cada vez.
Brindo en soledad con mi té de la noche (porque abuela siempre) porque sean lo más eterno, y porque nuestros silencios siempre nos digan que estamos en excelente compañía juntos.

Elegí un paisaje y hacelo magia, como bien vos sabés
Miralo un rato y dale vida con tu pincel
Amá mucho siempre y dejate ser
Que a la vuelta de la esquina siempre nos veremos volver.

28 de enero de 2017

El arte de la lucha

Siempre me costó entender el arte de la lucha, es algo que supera mis concepciones del mundo. Creo que puedo decir que toda mi vida la he vivido dejandome llevar por una corriente, por una corriente que no se si los otros perciben, pero que yo veo clarisima. Esa corriente fue la que me dijo cuando ayudar, cuando dar, cuando recibir, es la que me informa cuando es hora de rendirme en algo, cuando seguir intentando; pero si hay algo que siempre esquivamos, juntas, la corriente y yo, es la lucha.
No quiere decir que no haya peleado con las personas, eso si, seguro, siempre, nada me gusta más que un buen conflicto para llenar la semana. Pero la lucha no es la pelea, o en si, no es solamente eso. Luchar implica poner parte de uno para resolver las peleas, para subyanar los conflictos, para llenar los huecos.
Los guerreros en mi opinión nunca fueron luchadores, porque no creo que se pueda luchar sino se construye, sino se desea crear puentes, crear alianzas, puntos en común. Es por tanto que las guerras no resuelven los problemas: mientras las guerras son como personas gritandose a la cara sin escuchar al otro, la lucha es una persona escuchuando a muchas otras, pensando en lo que dicen, y tratando de conjugar su forma de la vida con la de esas personas.
Tengo el orgullo de estar rodeada de mucha gente que lucha por "imposibles", por causas en las que yo ya me habría ido, porque simplemente puedo aceptar que las cosas no sean como quiero, que no me cierren, que no me llenen o me hagan feliz. Pero la admiración que me produce ver personas que se paran y ante todo se ponen a intentarlo, que le ponen un cuerpo a sus ideales, porque saben que sino tienen a alguien que aguante las piñas ellos se evaporan. Son personas como cualquiera pero dispuestas a trabajar más que la mayoría, dispuestas a ponerse en otras pieles y a bucear en otros mundos de ideas.
Y aunque siempre les diga que se dejen de joder con eso, que dejen que las cosas que no son no sean, que vayan adonde estan bien en vez de rebotar en todos los lugares donde estan mal, a pesar de eso me porfían y van, y le ponen onda a las soledades y las incomprensiones de esta vida.
Y porque ese rasgo no es mio, y porque yo no sirvo para las peleas, sino que sirvo para las reconciliaciones, y porque estamos ahi, aunque nos caguemos a tiros conceptualmente, por eso admiro sus seres, sus fuerzas, y las impulso a que sigan siendo eso que son.
(Mientras yo voy a seguir nadando en mi corriente, porque de alguna manera sé que allá está adonde yo voy, adonde mi intuición me lleva, saltando mis piedras, soltando y agarrando nuevas algas, pero principalmente, nadando con una sonrisa enorme en la cara porque sé que estoy donde quiero y se que confió en mi cobarde andar, y en su manera seguramente rara pero que funciona de ayudar a que otros se reflejen más a sí)