26 de diciembre de 2013

Académicamente hablando...

Terminé la secundaria. Juro que todavía no termino de caer, miró la frase y me parece que estuviera equivocada, como si alguien viniera a decirme que es hora de vivir el último año de nuevo, desde el comienzo.
Y si bien sé que nadie me puede dar esa chance, también tengo en claro que todo lo que viví siendo promo sin duda me cambió muchísimo, y es que los finales te tiran, te duelen y te alivian, en conclusión, te preparan. Te preparan para cada nuevo desafío que nos espera el próximo año, cada una de las cosas que nos van a salir bien, y cada una de las cosas que nos van a salir mal. Sin importar el camino que elijas, creo que todos vamos a extrañar la sensación de ser promo.
En fin, esta entrada la hice para contarles un poco sobre los finales académicos, que tienen tanto peso como cualquier otro, con la única diferencia que hay más papeles de por medio. En mi caso, estos finales fueron la entrega de diplomas y la fiesta de egresados.
La entrega fue linda, mucho más linda de lo que podría haber pensado, más que nada porque me imaginaba un acto acartonado, y aburrido, y terminó siendo algo emotivo, y lo más importante, algo que tuvo que ver con nosotros. Y es que estaban todos, todas nuestras familias, los profesores que habían sido elegidos para entregar los diplomas, la directora, vice, y el resto.
Ni bien llegamos a la escuela, ya estábamos todos nerviosos, cagándonos de risa porque parecía la primera vez que todos íbamos con el uniforme, y minutos después estábamos entrando en una fila, con una canción de fondo, ansiosos. Y después fueron los discursos, hechos por personas que habíamos elegido para que los hagan, personas que hablaban de nuestro futuro, de las cosas que aprendimos más allá de los contenidos, de lo que nos llevamos de la secundaria, y de tantas cosas que nos llegaron, por lo menos a mi.
Y al final, ese momento de nervios de caminar hasta la directora, que te den el diploma, y ver a esa persona que elegiste para que te entregue la medalla, y te de un abrazo. La profesora que yo elegí no pudo ir, pero se hizo presente con un regalo, el mejor que me podría haber dado, un libro, un pedazo de sabiduría y un gesto de cariño. Fue mi preceptor el que me dio la medalla, esa persona que sabe mi nombre desde que entré el primer día de cuarto, asustada y sin conocer nada.
Para cerrar la historia, les puedo decir que fue un acto hermoso, mi anteúltimo momento siendo parte de un grupo, de una escuela, de una historia, de todo. Y me lo acuerdo con una sonrisa, con la certeza de que todas esas personas presentes ahi vieron un cambio en cada uno de nosotros, nos vieron crecer a lo largo de estos 3 años, convertirnos en lo que somos hoy, personas de 17 o 18 años que no saben bien cómo o por qué pero que en meses van a estar en otra etapa, y van a ver sus vidas cambiadas.
Chau ENAPE hermosa, te voy a extrañar mucho más de lo que pudiera haberme imaginado.

25 de diciembre de 2013

Pérdidas

Hace poco encontré en un libro que realmente amo una frase que me marcó " En toda pérdida hay una ganancia" Creo que es mucho más fácil leerla que sentirla y veo muy claro por qué.
El dolor de las pérdidas nos adormece, nos embota los sentidos y hace que todos los que nos rodea parezca menos real ante nuestros ojos. Hay tantos sentimientos jugados cuando perdemos a alguien o a algo que queremos mucho, que ninguno alcanza a materializarse. Y entonces quedamos colgados de una nube de recuerdos, de desilusión, de ahogo, como si estuviéramos dentro de un mar revuelto, y la fuerza de las olas no nos dejará salir.
Hay casos en los que la fuerza de la realidad nos sirve a analgésico para controlar momentáneamente el dolor que sentimos, para enfocarnos en una meta, en salir adelante por una razón que es superior a nosotros y nuestro duelo. Diariamente hay miles de personas que reciben golpes, pierden a su familia y a sus amigos, y se ven obligados a seguir adelante, ya sea para sobrevivir, para ayudar a un familiar que este en peor condición, para mantener con esperanza a otra persona, que mayor o menor que ellos/as, los necesita más que los que se necesitan a si mismos.
Y así, cada pérdida nos debilita y nos quita algo de nosotros, pero nos fortalece a largo plazo, y permite que nos volvamos personas más independientes, completas y seguras.
No tengo idea de cuáles sean sus creencias, yo sé que dejé de creer en el cielo y en Dios hace mucho, y sin embargo admito que con cada ser querido que se va de al lado mío, simplemente pienso por qué, quién tiene la culpa. No hay explicación para la muerte, no existe argumento que pueda calmar la tristeza profunda que provoca en los que nos aman. Y a lo largo de nuestra vida, un buen consejo sería que nos acostumbremos a dejar de buscar respuestas donde no las hay. 
Siempre que pierdo a alguien que amo, luego de que pasan los primeros momentos de dolor, con el tiempo llega algo así como una dicotomía, una pelea adentro mio. Por un lado quiero seguir adelante con mi vida, superar ese dolor momentáneo que te adormece, y por otro lado me da miedo, me da mucho miedo que si sigo adelante, y vuelvo a mi rutina, estoy olvidando a la persona que amaba y no está. Y el miedo paraliza, y te deja expectante, pensando cuál es el próximo paso que das. Pero la respuesta siempre es la misma: vale más vivir mi vida. Porque es la única oportunidad que tenemos de existir, y porque en nosotros siempre hay algo de las personas que perdemos, porque fueron reales, nos ayudaron a construir nuestro carácter y nuestra personalidad; porque nos cambiaron la vida y aunque no estén tenemos que hacer honor a cada lección que nos enseñaron.

16 de diciembre de 2013

Despedidas

Bueno, hola primero que nada. Y perdón por dejarlos colgados más de un mes entero. Tengo mis explicaciones y el titulo de la entrada ya les adelanta un poco de lo que me estuvo pasando en este tiempo.
Me despedí, me despedí de todo lo que hasta ahora componía mi vida normal y rutinaria, todo lo que hasta este momento formaba parte de mis mañanas, tardes y noches.
Y hoy, sentada en mi patio en una de esas noches tranquilas que sólo sabe haber en mi cuidad/pueblo, les cuento que terminé la secundaria, que egresé oficialmente, con diploma, medalla y el corazón atontado por tanta emoción fuerte.
Y es que si hay algo que es difícil de digerir son los finales, pero aunque nos duela existen y están, forman parte de crecer, y de hacernos grandes y mejores personas.
Primero vivi y termine el mejor viaje de mi vida, Brasil se volvió ese paraíso que no me esperaba encontrar y que me dejó maravillada y feliz al 100%. Si pudiera cambiar algo de todo lo que me pasó en esos 11 días, juro que no sacaría ni agregaría nada. Porque fue perfecto, porque nunca esperé hacer tantos amigos, bailar, disfrutar, emocionarme y conocer tantos lugares. Porque nada de lo que te imaginas que puede pasar en tu viaje de egresados se compara con lo que te pasa. Prefiero seguir contándoles después, en El paraíso que se la  dediqué a un viaje tan hermoso y mágico como lo fue el mío.
También me despedí de la escuela, si, esa institución educativa y socializadora que te acompaña por nada menos que 12 años completos, se fue. No hay más aulas, ni recreos, ni salones, ni compañeros permanentes. También implica que nunca más me van a molestar con las faltas, o me van a perseguir para que entregue algo. Desde ahora el camino me lo marco yo y sólo yo, nadie va a estudiar mi carrera por mí, nadie va a aprender a amarla por mí. Por primera vez puedo decir que todo queda en mis manos y que yo siento orgullosamente que hago mi propio destino.
Nunca se los conté pero voy a estudiar licenciatura en psicología, en la Universidad Nacional de La Plata (un nombre y una institución tan grandes que espero hacerles honor :$ ). Me costó decidirlo, pero como en la mayoría de los aspectos de mi vida, una vez que estuve segura nadie me cambió de idea, y hoy tengo todo arreglado: una inscripción hecha, una pensión alquilada, y un verano corto porque mi ingreso empieza el 5 de febrero.
Sin querer, siento que va les conté mucho de un tirón, asique voy a organizar todo un poco mejor. Prometo contarles sobre la fiesta y la entrega de diplomas en otra entrada, y sobre la despedida más difícil en otra.
Entre tantos finales, la magia estará en encontrar nuevos comienzos.

El paraíso

Tengo que decir que con 17 años, nunca me esperé conocer mi lugar en el mundo, un lugar donde me sentía bien y no había dolor, donde no tenia de que preocuparme y podía ser feliz. Y lo conocí, ese lugar es una playa en Camboriu, Brasil, el destino de mi viaje de egresados y el lugar del que me quedé enganchada y enamorada, adonde quiero volver porque no hay nada más hermoso que mirar ese paisaje y sentir que no hay nada más hermoso.
Quiero compartirlo con ustedes, asique acá va una foto de el paraíso según yo:
Pasó a contarles un poco del viaje, que empezó con un colectivo lleno de gente que vive en la misma cuidad que yo, y que como mucho me había cruzado 2 veces en mi vida. Con sólo 3 amigas empieza el viaje en micro, medio incómodo tengo que admitir, pero llevadero y lleno de la emoción y expectativa que tiene un viaje asi, que pasas tanto tiempo esperando y no podes creer que llegó y que lo estas viviendo en ese mismo momento.
Y después de 36 horas sin bañarnos, parando cada tanto, llegamos a el lugar que todos nos veníamos imaginando, pero que creo que superó lo que todos esperábamos. Brasil es hermoso, se los digo completamente enserio, si pueden ir vayan porque vale la pena.
Y entre cosa y cosa, pasaron 8 días que parecieron 4, cada con su noche, en un boliche gigantesco, bailando y disfrutando con los amigos que fueron con nosotros y también con los que nos hicimos allá.
Porque nunca importo con quién te sentabas camino a la playa, o a la vuelta del boliche, siempre había algo de que hablar, y esa energía positiva y tan linda que se mantuvo todo el viaje.
De más esta decir que me tocaron los dos mejores coordinadores que podría haber pedido. El Ninja y el Turco, esas personas que todos los días te golpean la puerta y te despiertan con la mejor onda, que hacen todo para que se te vaya el sueño y la pachorra y disfrutes a full de los días de playa, de las excursiones, de las compras, de todo lo que hagas. Porque no importaba realmente qué hacias, sino que estabas en Brasil, viviendo el viaje, sin pensar ni por asomo en tu vida normal, en la rutina o en la escuela.
Y cómo me voy a olvidar de esa charla que me cambió la vida, que me hizo ver todo desde otra perspectiva. Nunca pensé que un hombre pelado del que no sabia nada, pudiera enseñarme tantas cosas en solamente media hora. Nadie me dejó tan claro en esta vida lo que importan las relaciones, las personas que amamos y cómo tenemos que cuidarlas y dejarles siempre en claro lo mucho que las amamos. Porque desde nuestros amigos, hasta nuestros viejos, se merecen todo el amor que tenemos, y merecen saber que los queremos y valoramos todos los esfuerzos que hacen por nosotros.
Realmente, viví mucho más de lo que soñé vivir, y aprendí tanto de la vida, del mundo, conocí a tanta gente que se merece que la quieran, que es buena para formar una amistad y para mantener ese viaje vivo, porque todas y cada una de las cosas que pasé quedaron adentro mío, y me transformaron. No volví igual y estoy muy contenta por eso.
Si tienen la chance de hacer un viaje así, les digo que no se lo pierdan por nada del mundo, porque cada momento vale, y todo lo que vivan va a quedar guardado como uno de los mejores recuerdos de su vida.