18 de mayo de 2016

Nido

Al calor de un fuego artificial, y mirando todo de cerca. Muy cerca, quizás lo más cerca que he estado en un montón de tiempo. Buscando pisar fuerte y certero a la vez, buscando entender como todo cambia todo el tiempo y me marea, me da vueltas como a un bollito de papel que alguien apunta a un tachito de basura, al costado, de reojo y calladita, voy mirando como la gente camina y camina.
Yo también camino, lento, porque ir rápido o apurada es algo que jamás me gustó. Sin duda sé adonde camino, la cosa es que la parte mi que parece saberlo no me lo estaría contando pero bueno, le creo.
Como una tortuga todos avanzamos, una pata a la vez, sabiendo que no podemos hacer tanto mal como a veces querriamos, sabiendo que no somos más que un pequeño gramo de fuerza que se mueve en pos de un mundo que gira y gira, loco, desquiciado.
Insignificante ser, a vos te hablo, a vos que sos tan poco en relación a todo, y tan todo en relación a uno o unos pocos. A vos que sin ser, sos banda, seguí siendo.
Porque las sonrisas a veces son recargas, dan vida, aunque otras tantas no hagan nada. Porque una puerta abierta en algún lado, un mate bien cebado, una caricia, una estufita caliente cuando haga frío, una planta bien cuidada que te da vida por verla vivir. Todo eso es. Todo eso sos.
Cuando lo de afuera apunta a una, cuando el mundo golpea, un gesto lo es todo y mueve al mundo. Y te moves, siempre te moves.