29 de marzo de 2016

¿Qué ve una vaca cuando se mira al espejo?

Leerte o escribirte, quizás descifrarse. Las ansías de comprenderlo todo, de llenar cada duda, cada espacio en blanco que hay, las ganas de saberlo todo, de comerse al mundo, de entender al humano.
Como con todo, hay noches donde la única persona que parece quererlo soy yo, y todo es incomprensión e islas, pero no las islas de Albert, más bien las islas de los náufragos, islas de desesperación y desconsuelos que van tomando formas variadas con el tiempo.
Leer a otros nos hace querer leernos, nos abre al mapamundi del todo, de la nada también, saber de donde sale la idea loca de alguien, saber si tenía a quién querer o si no, saber si criticaba a su mundo o si lo amaba. Predecir los finales, suponer las cosas, defectos de profesiones locas y tan necesarias, y de personas locas y necesarias.
Paso a paso, trepando por las guías, consumiendo historias como un cigarrillo que se consume con el viento, saber que no tenemos que permitir que cualquiera tome caladas de nosotros. Saber que a veces hay que permitir que los demás se acerquen. Saber que hay casas, muchas, más de una, y que tienen puertas cerradas o abiertas, que no podemos controlarlo.
Ser tolerantes, libres y menos seguros, ser esas personas que están ahí para hacer preguntas que los demás no hacen. También ver, sin miedos, sin anteojos, sin dudas, y con todas las dudas del mundo; shibolettear al mundo y darlo vueltas porque no sabemos mirarlo de un costado solo, hay que mirarlo como a un cuadro, desde muchos ángulos, encontrarle el arte a la vida, y la vida al arte.
Viendo me di cuenta de que las personas nos parecemos más de lo que pensamos, que hay algunos que nos convidan una incertidumbre que tiene tanto sabor a vivir, a estar y ser, a no parar, nunca parar.
Sé que muchos ven a través de mí, y ansío ver a través de muchos, de momento de los que importan, los que me hicieron lo que soy cuando no sabía ser, la gente que te forma. En otros capítulos ya va a haber tiempo para los que te transforman, para los que cierran ciclos de armonía o de quilombos, de idas y vueltas.
Sentarse sola en un banco, mirar y pensar, placeres de la vida si los hay. Pero más placentero todavía saber que aunque no estén ahí justo,  hay miles de otros que están haciendo lo mismo, que lo van a seguir haciendo, saber que los hay como uno.

26 de marzo de 2016

Je vole

Nunca vamos a poder entender lo que no podemos sentir, y debo reconocer que no sé sentir el amor incondicional, la entrega, no sé que será eso de despertarse a las 4am porque simplemente un ser que no es capaz de entender o buscar, tiene hambre.
No sé hacerme cargo del otro, no sé sentir su alegría y dolor como propios, no sé que será verlo lograr lo que quiere en la vida, ni verlo caerse cuando las cosas no salen como espera.
No tengo ojos de madre, no sé que es lo mejor, no espero saberlo.
Pero si espero que en algún momento se encuentre algo de paz, si espero que cada persona que conozco que se hace cargo a cada momento de otro ser, que aquellos que esperan ver un mundo mejor para los que aman, y luchan a cada momento con la desesperación de ver que no se puede frenar a las personas, que no se puede controlar nada. Espero que se encuentre algo de paz, porque veo en los ojos de mis viejos esa luz, ese miedo, ese deseo de armarme con toda clase de espadas para que nadie me lastime, pero también de dejarme ir, de soltar porque soltando nomas podría volar tan alto como ellos me enseñaron, y como yo pienso que puedo hacerlo.
También lo veo en la cara de los padres que se equivocan, que por no saber escuchar, aquellos a los que la realidad los dejó de lado hace un tiempo, que perdieron el tempo, que no saben bailar este desquiciado ritmo actual. Y que por no saber moverse a tiempo pierden la huella de sus hijos, y aunque a veces me guste culpar de más y no tenga compasión, reconozco que tampoco debe ser fácil. Vivir en la burbuja de un hamster y girar sin parar, vivir.
Lo ves en la cara de aquellos que no hace mucho que están en esa rueda, los inexpertos. Lo ves en el aparente control de todo que creen que tienen, y en los retos de las generaciones anteriores que creen que hacen todo mal, que creen que no van a saber. Y saben, capaz que no todo, ni demasiado, pero saben. Cuando el mundo se reduce a unos rulos rubios, y una risa sin dientes.
Suelo condenar a los padres, lo hago todo el tiempo, por ignorancia quizás. Sin embargo a veces se requiere valentía para todo eso, para tanto sacrificio, para tanto dar y tan poco recibir. La injusticia más común, la balanza que siempre se apoya en un lado, los sueños resignados, la música del llanto pero también de las risas, el tiempo que se escapa corriendo y ver el mundo reflejado en los ojos de un ser que es creación propia.
Si, es jugar a ser dios, bien ya lo dijo un amigo, pero a pesar de todo es también otra versión del amor y de la valentía.

Calma chicha

Sosegar. Verbos locos si los hay, creo que jamás lo termine de entender hasta ahora, y es que desde ese 10 de marzo loco de las noches, los amigos, las charlas y las calles de esa ciudad que me genera tantas contradicciones, desde ahí vivo sosegada. No puedo evitarlo, nada me choca, nada me afecta, nada me desequilibra. Y estoy empezando a entender porque es lindo este estado de vivir, de ser.
Pasaron cosas, marzo remontó, entendí un poco de todo lo que paso, y lo demás lo voy calando de a sorbitos, con paciencia y bastante paz.
Redescubrí a las personas que amo en personas que son mucho más de sí mismos, y en mi opinión, una mejor versión de ellos mismos, la original. Capaz que el alma se tiene que sacar a tomar aire cuando uno es joven, y por eso las vemos tan transparentes y tan sueltas, por eso se camina sin peso y se respira ligero. También por eso me cuesta entender el dolor ajeno, ese que siempre comprendí bien, también por eso me helaste la sangre diciéndome que no me gustaba ese papel; y no, no me gusta para nada porque me lleva de nuevo a la superficie de todo, cuando cada día me enamoro más de lo profundo de la vida.
Se corren riesgos, la apatía me pisa los talones y mi suerte quizás ya no acompañe tanto como antes, aunque no sé si soy quien para decirlo. Corro riesgo de dejar mucho atrás y no sentir pena en absoluto, corro riesgo de vivir deslumbrada por lo que es nuevo y brillante y olvidarme de lo viejo y conocido.
Pero a su vez, de vez en cuando me toca volver a ese mundo viejo y lo encuentro igual y diferente, y me hace reír, y me demuestra que sigue ahí, tan sentado como yo lo suponía.
Por eso, en el espíritu de que de a poco a todos nos chupa un huevo todo, pero no nos olvidamos así como así, y en esa cosa de vivir los días de a uno que de repente parece que se me da bien, en esa ola respiro y abro las ventanas del alma, dejó que los demás vean los trapos sucios colgados al sol, que entiendan de a poco, y tomo todo con un poco más de calma.

8 de marzo de 2016

Conocernos

Yo sé que la vida va a paso firme, va rápida, corriendo atrás de cada cosa que nos pasa, nos lleva a los pedos, nos golpea y nos mima por igual. Y por la razón que sea, sé que lo que soy muchas veces no funciona para todos, no funciono con mucha gente, no funciono cuando llueve, y voy por la vida con delay en temporadas de invierno.
No espero que las personas lleguen a amarme enseguida, quizás espero nomas que alguna vez consigan hacerlo, quizás ni siquiera eso. No sé que espero de mí, no sé que espero de los demás, no sé que espero. 
Pero hay ciertas certezas que la vida nos regala en momentos perfectos y simplemente discordantemente hermosos. La familia, los amigos, los hermanos que la vida no nos dio, que elegimos. Todos esos seres que me vieron pasar crisis peores, que me vieron llorar de a ratos, que saben como soy cuando sonrio, lo que me gusta comer, a que hora me da sueño y adonde me gusta ir cuando piso la calle. Son esos seres que se agotan de mí, que exaspero todo el tiempo, que me odian y me aman por partes iguales, que a veces me matarían, otras me cambiarían, o me callarían de un sopapo, pero que sin embargo están, son, de carne, de hueso, de amor, de historias, de años.
Son cada paso compartido, son los momentos locos, las pelotudeces, esas que me acuerdo con frescura, son silencios y tensiones, de noches y mañanas, de inviernos y veranos, de risas, de cigarros, de agua, de alcohol también, pero pocos.
Siempre les doy un papel en mi vida que puede parecer lo más exagerado de todo, pero sentir que alguien no te va a juzgar al final del día para mi es la definición misma de gloria. Glorioso el momento donde nos cruzamos y donde hoy somos todavía, y por eso, simplemente porque a todos nos sana un poco que nos miren con un amor tan profundo que supera las palabras, porque por mucho que les dedique horas, y hojas, y letras, nunca voy a poder descondensar esa dulzura que sé que sentimos cuando sabemos quienes somos hasta la médula, y sabemos que queremos a ese ser así como esta, sin moverle una sola coma, un solo dedo. 
Porque no intentan que siga de vacaciones cuando para mí el año no sólo empezo sino que esta en plena marcha, porque despertarse conmigo no los perturba, porque no requieren porques. Solo son, y me dejan ser.
Sigamos navegando por mucho tiempo más juntos.

3 de marzo de 2016

Marzo gris

Marzo es uno de los meses que más me gustan, de toda la vida, un poco porque es mi cumpleaños pero mucho más porque es el mes donde todo comienza. El verdadero año nuevo arranca acá: los chicos van a la escuela, los grandes siguen laburando pero con renovadas pilas y pilas de trabajo, los bondis tienen más frecuencia, las calles explotan de golpe y la gente parece que saliera de las baldosas. Vuelve a vivir todo.
A pesar de eso, en mi hermoso año de la tortuga, evidentemente todo tiene que cambiar, porque marzo arrancó frío y gris, con nubes que amenazaron con derribar mi optimismo en este año, y un poco que casi lo logran. Tengo las defensas bajas, y el sentimiento de que algunas cosas no me van a salir como quiero, pero bueno, acá voy, caminando.
Creo que puedo reducir mis miedos a estar alejándome mucho de las personas que siempre estuvieron, de mis viejos, de mi hermana, de mi mejor amiga; lo más jodido es que es un alejar consciente, donde elijo estar en otro lado porque me es más fácil existir y porque respiro más liviano, pero eso hace que la vida que compartiamos se quiebre, el famoso quiebre.
Por otro lado siento que todo lo que me rodea en este "nuevo" mundo, en esta dimensión con mucha menos gravedad, es mucho más pasajero, es una cuestión de ligereza que me asusta. ¿Voy a poder crear algo con cimientos en una época de mi vida donde todo pasa, donde a nadie parece que le importará? La indiferencia está de moda, pero eso no va conmigo, y por momentos quiero tirar todo por la ventana, guardarme en mi hogar, en mi refugio de un mundo complicado, en mi guarida... Que a su vez y por insistencia mía es nuestra guarida, es ese lugar que siempre quise que sea seguro para todos, pero que a veces es tan seguro para los demás que yo me siento en arenas movedizas, hundiéndome en el peso de las promesas que hice.
Si, mi otro hogar, el de toda la vida, ese es seguro para muchas personas, pero siempre tuve a esos dos policías que son mis viejos, que aunque son más buenos que el pan siempre supieron ponerle límites a todo, y ahora yo soy la que delimita, y a mí siempre me costó decir no.
Y en medio de esas confusiones que atormentan a mi conciencia día y noche, hay una vida que arrancó, porque yo lo dije: todo comienza en marzo. Y arrancaron esos días de estudio heavys, también los suaves, las tardes de mates, las mañanas de charlas medio adormiladas, las promesas que se cumplen y las que no, las personas que agotan y las que energizan. Solamente que me crucé a mucha gente que agota.
Y obvio que comparo este marzo con otros marzos, y me sirve para entender hasta que punto yo misma agotó a los demás, hasta donde choco porque no me gusta algo de la otra persona, y hasta donde choco porque nos parecemos mucho, porque nos diferenciamos mucho también.
El desafío que la tortuga me planteó para este marzo revuelto es saber cuando parar, saber bajar, saber callar, saber ser sin estar todo el tiempo con la mente en algo, ¿Lo opuesto a mi ser? Ya no lo sé, me perdí el año pasado y todavía no me encuentro, pero parece un buen momento para bajar de la calesita mental, para poner los pies en eso que llamamos tierra, para respirar porque todo es más fácil cuando encontramos el aire que nos falta.