27 de noviembre de 2015

Volveremos

A veces la vida machaca, agota, desaloja, cansa, nos deja pensar que las cosas se terminan o que ya no tenemos energía. Y ahí vamos nosotros, convencidos de que estamos hechos pelota y que bajo ninguna circunstancia podemos pararnos de nuevo. Pero de repente algo llega y se choca con nosotros, nos impacta, no importa realmente si es una canción, un encuentro, una película o una frase, o cualquier cosa con el suficiente poder para hacernos pensar que algo cambió desde que apareció.
Los finales de año son difíciles y jodidos, asique a ponerle ganas y a abrir los ojos esperando todos esos encuentros locos y raros que de alguna forma se cruzaron en nuestra vida.
Amemos la muerte tanto como a la vida. amemos amar y odiar, repartir sentimientos a lo loco con la esperanza de que rebote le peguemos a alguna alma apática que va cabizbaja huyendo de sus verdades.
Porque a veces no está nada mal dispararnos a mansalva, caernos hondo, llegar lejos para saber que podemos, ver el final de un camino y volver, pegar ese salto con impulso que nos retrasó hace mucho pero que hoy es lo único que nos permite seguir. Dejarse caer es leve, es complicado porque todo el tiempo la única cosa que podemos pensar es si vamos a encontrar algo al final del camino ese, si vamos a poder volver, si nos vamos a perder, si vamos a conocer algo más luego de lo que estamos esperando. Pero de alguna forma loca, es la mejor forma de seguir el camino que en realidad queremos, y como hijos pródigos podemos volver siempre a los brazos de lo que conocimos toda la vida.
A volver a soñar, porque no quiero vivir en mundo que no sueña

10 de noviembre de 2015

Disparar

Tengo el arma cargada desde hace mucho. Mucho más de lo que incluso recuerdo, porque todos traemos cargas que no son nuestras. La tengo ahí, y me costó mucho encontrar la fuerza necesaria para dispararla, me tomó una vida, me tomó mi vida.
Y de repente un día cada mínima partícula de fuerza que me quedaba adentro se liberó, y como si pudiera ver una imagen mucho más completa de todo, me sentí en condiciones de aceptar mucho, de reconciliarme con cosas que llevaba adentro. Lo sigo haciendo, porque como todo camino no es simple, pero es caminable, es variable, es inmenso y es pequeño.
Por todo eso, un día empecé a disparar. De golpe todo el miedo contenido, todo ese temor de lastimar al otro se borró, se borró de mí, de todo lo que conocía. Y descubrí algo que estuvo ahí siempre, pero que yo había dejado pasar.
Descubrí ese costado hostil de todos, de la vida. Y tomé como punto de partida el hecho de no dejar que nadie más parezca, ante mis ojos, carente del poder que se necesita para lastimar, porque todos tenemos un arma adentro y a veces la hacemos explotar. La única diferencia es contra quién.
Yo disparo, a quemarropa y sin un solo remordimiento, cual agente entrenado para matar sin mirar a quien. Voy a hacer que cualquiera caiga, no voy a luchar contra mí.
Es un buen momento para irse, porque las cosas no van a ponerse mejor a partir de ahora, todos lo sabemos. Puedo predecir que no voy a volver más calmada o más dócil. Incluso, siento que solamente estoy comenzando a disparar. Tengo la sensación de que sé exactamente como hacerlo, donde duele, y que la diferencia entre una bala en la pierna o en el corazón la manejo yo. O lo que esté detrás de mí, no me interesa que sea.
Siento que sé adonde voy, y que soy un puercoespín hoy más que nunca. Insisto, es el momento ideal para correrse a un costado, porque mis púas van a aumentar y a elegir cada día más.
No me interesa tener garantías, tengo las que necesito.

8 de noviembre de 2015

Dejame

Dejame quedarme acá, quieta, en silencio, caminando sola como un fantasma por una casa vacía que amo en cada vista. Dejame tranquila, lejos de esos quilombos que asaltan la vida y los momentos. Lejos de las hipocresías de la vida cotidiana, de las cosas que las personas nunca cambian. No quiero preocuparme, ni preocuparlos, quiero que cada uno vida la vida que desea y se merece porque la elige, y no soy quien para meterme en medio de eso. No soy quien busca escapar de todo, soy quien necesita escapar, porque no se vivir sino escapo.
Dejame que en el momento más activo de mi vida me tome todas las pausas, que me sosiege, me calme y me centre. Dejame con estos domingos de tarde cuando la realidad cae y como estoy lejos la siento liviana y no me pesa por un rato. Deja que me vaya con la música.
Dejame salir de todo ese circuito donde cada día me enfango más y más los pies, dejame irme. Por un ratito, dejame estar en donde vos estás, en ese oasis de paz querés donde se escucha nada más que lo que se quiere escuchar. Pero no me dejes.
No me dejes irme del todo, porque esta fuente de contradicciones que llamo vida, y personalidad, quiere más conflictos, quiere pelearla. Solamente me lo estoy tomando con calma, porque sé que las cosas recién empiezan a complicarse y no hay chance de que después pare, después quiero hacer, quiero mover, quiero ser algo que desestabiliza de a poco, que concilia, que arranca sonrisas y lágrimas, que ayuda, quiero tener un corazón mil veces más bondadoso que el que tengo hoy latiendo adentro.
Quiero que sepas que las cosas no suelen marchar bien, porque esa es la esencia de todo, y que tenemos que aprender a vivir con eso, que si querés te dejo venir conmigo, un pasito a la vez, acercándonos juntos. Quiero que sepas que sé que tengo más por dar, no quiero gastarlo todo hoy.
Dejame escaparme, subirme a esa escalera desde la que todo se ve menos doloroso, menos real, dejame ser una ilusión leve, que flota con la vida. Dejame que me quede donde me quieran posta, y no en cualquier corazón y menos en cualquier vida. Dejame que esta distancia me mata y me revive, me deja reponerme.