9 de septiembre de 2015

"Ese bar" Parte 2

Si este bar hablara, diría tantas cosas. Algunas serían historias viejas, de esas que se dan entre cafés y tangos, con olor a gomina en el aire y un grito atragantado en las palabras. Otras, más nuevas, serían de computadoras y sus teclados que como una percusión infinita, resuenan en todo el lugar, de vecinos que prefieren pagar una merienda a la cuota de wifi, de miradas furtivas y algún amor, que usando uniforme de escuela se escapó un rato más temprano.
Todas son historias, que hacen que el ambiente espeso se llene de sombras que bailan en sus paredes, mientras yo lo miro a Carlos que me alcanza los submarinos. Submarino con lemon pie, para muchos un atracón de azúcar, para vos, el remedio para cualquier corazón roto. Para mí, una rutina, que repito unas 3 veces al año.
No hablamos por un rato, donde sólo se siente el ruido de las cucharas que revuelven el chocolate en la copa alta llena de leche hirviendo. Recuerdo de infancia: la chocolatada caliente, faltan los dibujitos nomas, ¿Y que somos nosotros sino un par de nenes? Que se cuentan secretos, se juntan a jugar, a tomar la leche y se quedan dormidos imaginando historias. Ya quisiéramos que se haga de noche y viniera mamá a decirnos que la cena está lista, que vayamos a comer. Pero los dos sabemos hace mucho que la vida no funciona más así. Somos grandes para tantas cosas, ya no tan chicos para otras.
-Ya sé, soy un boludo, siempre me engancho y me cuelgan, soy un corazón sin ojos, que camina ciego y se va chocando cosas.
-Yo no dije nada.
-Pero lo pensas.
-No te lo voy a negar. Pero estoy cansada de esto, Nacho. No es que no me encante sentarme a tomar submarinos y comer lemon pie, pero no puede ser que cada vez que lo hacemos sea porque una boluda te usó un rato y se fue. necesitas aprender a cuidarte.
-No sirvo para estar solo.
-No digas boludeces, nadie nace con una etiquetita que diga si tiene que estar solo o acompañado.
-Pero no soy como vos, vos sabes vivir así, a mí me cuesta más.
-A veces a mi también me cuesta, la diferencia es que cuando me siento sola me junto con amigos, leo un libro o miro una película, te llamo a vos, o hago algo que me recuerde que tengo una buena vida y no necesito correr atrás del primer tarado que me diga 3 chamuyos.
-¿Entonces yo si hago eso?
-No tan así, pero pasas raspando. La diferencia es que vos sos el que chamuya- Te miro y largo la risa contenida.
Te distendes, te reís, y me preguntas como me va en la facultad.
Charlamos largo rato de cosas que sabemos no importan mucho, lo profundo puede esperar. Miras la hora y son las 8 y media de la noche, las luces llevan rato encendidas, y los amigos de Carlos empiezan a llegar para comer una parrilla con vino y soda.
-¿Te querés quedar a dormir en casa?- Me preguntas tímido, como si fuera la primera vez.
-Depende, ¿Me toca la cama o el sillón?- Digo sonriendo, porque sé la respuesta.
-Alguien tiene que sacar el olor a gato de las sábanas.
Me paró y te pegó un poco demasiado fuerte en el hombro, mientras me río como una tonta, bah, como me río cuando estoy con vos. Me devolvés el golpe, pero más suave, en la panza, y te reís como te reís cuando estas conmigo.
Salimos a la noche fría y empezás a jugar con un paquete de Philip Morris de 10, me miras y te hago un gesto para que me convides uno. Caminamos despacio a la estación, fumando y tarareando canciones que nadie parece saberse, solo nosotros.

"Ese bar" Parte 1

-Negra, me volvió a pasar.
Y así arranca todo de nuevo.. 
-En una hora en lo de Carlos, y no me hagas esperarte, como siempre.
Cortas, yo dejó los apuntes al costado y me apuro a cambiarme, sino vas a llegar primero y me vas a gastar toda la vida. Después de todo fue así como yo te empecé a joder, hace unos años ya, cuando llegaste media hora tarde y te volviste "el que llega siempre tarde" a pesar de que no volvió a pasar.
Salgo apurada de casa, con una mochila llena de apuntes y una muda de ropa porque sé que voy a pasar la noche en tu casa, ayudándote a luchar contra el fantasma del silencio, ese que cambia de nombre con cada noviecita que pegas.
La primera vez fue Erica, y me dijiste que nunca más te ibas a enamorar estúpidamente, que ibas a pensar, siempre pensar... Dejaste de decirlo a la cuarta o quinta chica que te dejó en la lona. A partir de ahí fue: "Son todas unas hijas de puta, no entiendo como sos mujer y no traicionas, sos la única".
No hay nada que me quiebre el corazón como esa frase, si, no traiciono, pero vos amas a esas que te hacen mierda, y yo me siento con cara de boluda a esperarte en el balcón, sabiendo que no vas a llegar.
Tendría que haber cortado este círculo vicioso hace mucho, pero es tu cara, cada vez que me quedo en tu casa después de que alguna otra te desalojo la cama, esa cara que haces antes de dormirte del todo, cuando me miras y me decís: "¿Sabes que sos lo mejor que tengo, no?" Y mi corazón se para, te contesto un cariñoso "Vos sos lo mejor que tengo, negro feo" y te dormís sonriendo cada vez, a pesar de que lloraste a mares ese día. Y yo te miro un rato largo y me duermo en paz, dejando mi infierno personal para resolverlo la mañana siguiente.
Pienso en esto mientras voy con el traqueteo del Roca, que se mueve lento por las vías. Antes de que me de cuenta, llegamos a la estación y es hora de bajarme con el tumulto de personas que también corta acá su recorrido. Veo al tren irse lejos rumbo a Constitución, y camino sin apuro las tres cuadras que me separan del bar de Carlos.
Me acuerdo el primer día que fuimos, hace fácil 7 años. Estábamos peleando por teléfono, porque los dos nos habíamos subido a nuestro respectivo tren y nos dimos cuenta tarde que estábamos yendo en direcciones opuestas. Llegamos a un acuerdo, nos bajamos en la próxima estación que era donde nuestros trenes se iban a cruzar. Y así por azar o destino, terminamos caminando por las calles de Berazategui un viernes a las 4 de la tarde, sin saber adonde ir. Me dejaste elegir y elegí ese tipo restaurant de barrio con mesas cuadradas y buenos tostados. Dos cafés con leche después, nos habíamos puesto al día. Y en eso, vimos a un cincuentón con cara de haber sido galán en su época, que venía donde estábamos, con dos pedazos inmensos de lemon pie. "Invita la casa" y nos miramos, agradecimos y pedimos dos cortados para bajar el merengue, y de alguna forma terminamos charlando hasta las 9 de la noche con ese cincuentón tan simpático que resultó llamarse Carlos, ser el dueño del bar y de un buen par de anécdotas.
Hoy Carlos más que un conocido es un papá, es el primero al que recurro cuando necesito un consejo experimentado, y el que me acompaña a la estación para que no me pase nada, y a pesar de que tengo casi 30 y odio que me cuiden, a él lo dejo. Entré al bar medio derruido y escuche ese "¡Piba!" que me recibe todas y cada una de las veces.
-Si me hubieras avisado les reservaba una mesa- Me dice mirando al recinto vacío, excepto por una pareja de viejos que toman té y comen tarta de manzana.
- Pasa que fue a las apuradas, sino te pedía que me guardes la mesa VIP- Le contesto riéndome.
-¿Otra vez este boludo que no ve la belleza que tiene enfrente?- Me dice en tono cómplice, porque obviamente, él se dio cuenta que me moría por vos desde la primera vez que nos vio juntos.

8 de septiembre de 2015

Rutinas

Como suele suceder, llegó esa hora híbrida en mi vida que siempre está entre las 6 de la tarde y las 9 y media de la noche, es la hora que mi cerebro se rindió hace rato y ya no quiere pensar, que mi cabeza vuela y me dedico a mirar al mundo desde una cama, a veces con un libro al costado, otras con la compu sobre las piernas.
Siempre tuve la inmensa duda de si la inconstancia pesa más que las buenas historias o si solamente estamos un poco perdidos. Lo que si sé es que cada tanto nos encontramos y es genial. Nada es más valorable que encontrarse con gente que va en nuestro camino, incluso si van en direcciones tan opuestas que nos asusta o nos enoja. La cosa es que pasó mis tardes comiendo tostadas, haciendo planes imaginarios para cenas que no planeo cocinar. Y a eso de las 10 de la noche, me dedico a mirar curiosamente los estantes de la bajomesada, comprobando que no hay nada nuevo, que hay un poco menos que antes, y termino por agarrar algún alimento x, que siempre es seco, y que varía entre las harinas y los químicos, pero que seguro no me alimenta en absoluto. Una cena ligera, un tecito mientras hago fuerza para empezar a leer un texto que siempre parece tan aburrido hasta que le agarras la mano, y a veces incluso así sigue siéndolo.
Rutinas si las hay, rutinas que no son iguales nunca, que no merecen el nombre de rutina porque no parecen alcanzar para monotonizar la vida de nadie, pero alcanzan, sobre todo si el frío te sorprende en una noche de primavera y no tenes ganas de moverte, y la hoja en blanco te mira. Pero le decís que no, hoy le toca a la entrada virtual, sólo otra forma más de exponernos hasta salir lastimados, pero virtualmente, asique no cuenta ¿O sí?

1 de septiembre de 2015

Chiquitita

A veces nos empeñamos en ver las cosas de formas cerradas, y eso le pasa hasta al más abierto de mente. Lisa y llanamente, soy una persona demasiado estructurada incluso cuando no lo parece, y eso me protege un poco de mi misma pero otras veces me aleja de las demás personas.
La verdad es que tengo mucho de madre, y aunque hago chistes con eso, tengo que aflojarle un poco y eso es serio. A todos nos pasa que miramos a otra persona casi como si fuera nuestro/a hijo/a.
No soy buena dando explicaciones pero sé que te asfixié un poco, quizás porque esa imagen de nena dulce que das, me la tragué un poco y pensé que necesitabas alguien que te marque los pasos y te lleve de la mano por la vida, y no porque no confie en que vos te sabes cuidar sola, sino porque me da tanto pánico que le erres, me hace tanto mal verte llorar. Y es que mato por vos sin duda, y también muero, porque sos esa persona que me recuerda a mí, y ese narcisismo choto de querer verme reflejada en vos, hizo que no me diera cuenta de que nunca nos parecimos tanto, de que tenes una forma completamente única de ver la vida, y yo también, e incluso si estas coinciden hoy, es imposible que lo hagan siempre.
Por todo eso te pido perdón, tengo que dejar de creerme apta para cuidar a otros, y empezar a cuidarme a mí misma y a pedir ayuda. Y si bien voy a extrañar a esa nena dulce que se reía y que me hacía feliz, prometo aprender paso a paso a respetar a esta adulta joven, tan cercana a mí y tan lejana a la vez, que camina a mi par y no a mi sombra, que es brillante por sí misma y nunca requirió de alguien que la sostenga, que es su propio pilar y salvación.
Sos una de esas personas que sin duda veo transformando al mundo, haciéndolo un lugar mejor para muchos y para todos, tenes largo camino por delante, y vas tan firme que me daría mucho miedo ponerme en tu camino. Suerte en todo lo que hagas negrita, sabes que me tenes ahí, y que aunque no te siga dando órdenes y consejos que no pediste, voy a estar ahí para bancar las caídas cuando estas pasen, que van a pasar.