30 de junio de 2016

Difuso ser

Hola, como estás? No me conoces, no te conozco, aunque reconozco que me encantaría hacerlo algún día, y es que me contaron tantas cosas de vos. Me contaron como te llamas, donde vivís, a que te dedicas, cuales son tus sueños, que música escuchas, como sos cuando queres mostrarle a los demás que sos, como ocultas cosas (si, confiaste en personas que valen la pena, porque jamás supe las cosas que ocultas).
Los relatos sobre vos son cuasi heroicos, ¿Y de qué otra forma iban a ser? Si la persona que me lo conto todo sobre vos te ama. Y lo admite, sin duda, admite que 4 años después te ama con la misma fuerza loca que cuando todo comenzó. Y eso me parece tan loco, tan desquiciado y tan suicida como admirable. Y es que ver a alguien enamorado la carga a una de una fuerza ajena que sin embargo se expande rápido, no es posible quedarte cerca de alguien enamorado sin terminar queriendo.
Y así la vida te agarra, caminando por una calle de una cuidad enorme que no te necesita, rodeado de personas que no te necesitan, con vidas que no te necesitan, y sabes que hay alguien que te necesita, pero siempre te parece poco. Y es que después de escuchar hablar a alguien enamorado, hasta a los más fríos se les derrite el alma.
Y acá te escribo aunque no me leas, porque me convencieron de que sos un buen pibe, de que vales la pena, de que tenés mucho para dar y mucho para ser, de que sos mucho. Y me da lástima, la verdad. Me da lástima que alguien así no sepa que otro alguien lo "vende" así, así de bueno y de lindo, así de inalcanzable.
Y por eso, aunque sigas con tu vida, aunque sigas con tu alma de poeta, con tu sonrisa (linda, si puedo opinar), y con tus vicios caros y baratos, como el de no querer que nada sea si el otro puede sufrir, aunque sigas. Seguí, dale que me caes bien, dale que vos no tenes la culpa, dale que se puede, dale que hay que vivir.
Pero no te olvides jamás, y sí, te hablo a vos, no te olvides de que hay personas que te aman en secreto, que se mueren por decirte mil cosas y no se animan ni a volver a hablarte. No te lo olvides, porque a veces podés tener miedo de no ser lo bastante para nadie, y resulta que sí.
Y quien te dice, capaz todos somos lo bastante para alguien en esta vida, y jamás lo supimos o lo vamos a saber.

26 de junio de 2016

Dejarse ser, soñando

Nada que me haga sentirte presente en este lugar que debería ser tan tuyo. Se me terminan las razones para quererte, para extrañarte, se me terminas vos. Uno más, uno menos, voy a seguir caminando. A veces me cuesta entender porque mientras otras personas se encaprichan con comida, con ropa, con películas, con mascotas, con algo, yo me encaprichó con alguiens.
Ya son bastantes, es más, a veces leo lo que escribí hace tiempo y me los cruzó, y los releo, vuelvo a ver a esas versiones de ellos que yo me inventé, esas flashadas lindas que me daban nafta, que me motivan y siempre lo han hecho.
Peligroso el vicio del amor platónico, quizás el más jodido de todos. Porque te aleja de ser lo que podes ser en la realidad, porque sólo podes ser bajo el resguardo de que es tu imaginación, de que nadie te puede juzgar o mirarte mal, de que todo lo que querés pasa como queres, y cuando quieras.
Y se vuelve adictivo, porque es más cómodo. Y de repente no te moves, proque en tu cabeza ya diste 1000 pasos, ya estás al lado de la línea de llegada. Y resuelta que nunca arrancaste.
Y te silbo una canción, y me escuchó un cd entero de tu banda favorita, y te escucho cantar desde mi balcón, y te sonrío, y viajo en el bondi esperando que aparezcas en una calle, y si puedo pasó por tu casa, o por el lugar donde te conocí, y si me acuerdo la fecha de ese día mejor. Y así me voy, presa de una nube de sueños que me atan a vos y me desatan en cuanto aparece el próximo alguien , el famoso alguien a quien amar. Bueno, si pudiera bajar por dos segundos, juro que los amaría, pero posta, los iría a buscar y les encajaría el beso más loco y lindo de sus vidas, aparecería siendo yo y queriendo ser al lado de ustedes.
Y a pesar de todo, valen la pena, los sueños locos y los vicios, porque a pesar de que la realidad no lo registre, yo creo que lo real va mucho más allá, y en este amor platónico irreal hay tantas cosas reales que no quiero dejar caer. No podría dejar sin ser a las fantasías más hermosas, a los amores más ideales, a las vidas compartidas y a los desafíos eternos, a las fechas exactas y a los lugares que tienen sentido, mucho sentido. Y por eso una vez más, brindo a su salud.

Cajones

Cuando arranque a escribir esto, era una historia. Hoy creo que más que una historia es una forma de saber, una forma de expandir la cabeza y dejar ser, y entender que suponer siempre puede llevarnos a rincones oscuros. Ojo, sigo siendo la reina de los prejuicios, pero sé en el fondo de mi ser que donde estamos sesgados, en ese nuestro punto muerto, se esconde a veces lo mejor de lo mejor.
Ahí deben estar las cosas más profundas que podemos llegar a pensar, los sentimientos más fuertes que podamos tener y las aventuras más mágicas que podemos vivir. Nada de eso llega.
Pero siempre existe una forma, y para mi esa forma la dan otros ojos, la dan todas las otras miradas que están sobre nosotros, que como no tienen los mismos miedos que nosotros, ven mucho más allá. Y la clave está en que dos por tres un par de ojos nos van a mirar de una forma única y van a ir despertando a esas cosas que no sabemos que tenemos, que somo sin ser, que sabemos sin saber, todo eso.
Y ese día las ventanas del alma se van a ir abriendo, y va a entrar aire, y vamos a hacer una fiesta, y nos vamos a dormir abrazados a la dicha del festejo, del derroche y del amor. Y ese día esperemos que llegue, porque bien sabemos que es muy ingenuo pensarlo como inminente, y es demasiado escéptico pensarlo como imposible. Simplemente me queda desearle a todos que alguna vez, un amigo, un amor, o un amarillo de sus vidas, les despierte a los muertos que tienen en el cajón.
Espero saber reconcer cuando me pasé, si es que pasa, y espero ser la llave que abra las puertas de muchos cajones.

De a momentos

De a momentos me cargo de sueños locos, románticos, de sillones eternos, de mates/cafés/tés e historias, pero al final sólo sos lo mismo que yo, y tan diferente, y me caes tan bien, y podría amarte, pero sólo si lo querés.
De a momentos los siento tan cerca, a todos, los 6, y nuestros rituales, y el rock, y las cumbias viejas, y todos los circuitos neuronales de la puta madre que nos parió, y los siento tan familia que me asusta.
De a momentos me convenzo de que tu exceptisismo es sólo cascarón, y de que tus sueños son canción en algún lado, canción que vas a escuchar cuando liberes a la bestia, y espero tanto estar ahí para verte ser.
De a momentos me siento tan llena de luz, porque me la transmiten con tanta fuerza, que nada de lo que compartimos puede ser oscuridad. Eternos son, grabados en la piel y en cada rincón de mi ser.
De a momentos te busco, te encuentro, y otros tantos te pateo pero siempre volvés, porque tenés que saber que por muy lejos que me vaya siempre vuelvo, en cada cosa que sacó de todo lo que soy, en eso están, siempre están.
De a momentos la vida parece una cosa que te arrasa, te despeina, te encloquece, te libera, te ama, o te da ganas de amar (spoiler: al final es lo mismo). Y en esos momentos resuena en mi cabeza eso que alguien que entiende mucho me dijo una vez, y me iluminó:

"música, mística, matemática, locura, es un cóctel hermoso."


Cócteles

Un cóctel seguro que puede definirse como una mezcla de ingredientes, con alcohol por supuesto. Pero yo no vengo a hablar de tragos.
Hoy quiero hablar de lo que se siente, lo que se siente cada vez que los ingredientes de la vida, de las personas, o las personas mismas se mezclan. Y ahí es donde todo de repente tiene un sentido.
Alguna vez leí sobre los encuentros, qué mierda significan, porque nos pueden hacer tanto. En la vida todos tenemos encuentros, y son todos tan diferentes, a muchos preferimos dejarlos ser, otros los evitamos (sin saber que evitándolos sólo los propensamos más, o los hacemos eternos en nuestra mente), a otros los planeamos, los llenamos hasta el tope de expectativas que sólo el tiempo nos dice si llegan a algo o no.
Mis pasos ultimamente, en este año eterno de la tortuga, van rápido, corren a velocidades que no podría haber sospechado, y, por suerte, están plagados de encuentros. Ay que lindos son, esos donde se respira un aire compartido, tan único cada vez, algunos aires tienen humo de cigarros impregnado, otros olor a pizzas, algunos más suertudos a comida casera, y así van.
De a momentos tenemos 3 años, de a momentos somos vagos, otras veces nos ponemos las pilas. A veces nos conocemos bien, de trasnochadas largas y mañanas ocupadas, otras simplemente estamos ahí mirándonos de frente, queriéndonos conocer y ver como somos, saber más, esperar que las cosas salgan cuando tengan que salir.
Pero todos tienen algo en común, un eje que los coordina y que me fascina: el momento exacto donde estás saliendo de uno, cuando agarraste la campera, cuando saludaste a todos, cerraste la puerta, y estás caminando, tomando un taxi, o a punto de acostarte en la cama muerta de sueño. Ahí todos me dejan la misma sensación, una jodida, una de esas que no se sienten todos los dias aunque ojala, una que es mucho más que los temas de los que hablamos, que la música que escuchamos, que los chistes y el sarcasmo, que las risas o las lágrimas compartidas, que las birras, que la comida, que el día, que la noche, que la casa, que los platos sucios, que los ruidos, que los puchos si los hubo; es más que eso, y es todo eso a la vez, es el famoso todo que es mucho mucho más que la suma de las partes.
Creo que lo más hermoso, intrigante, y a veces desconsolador de esa sensación que se repite y se transforma cada vez, es que no la podemos repetir. Nunca fue igual, siempre estuvo ahí pero sin ser lo mismo.

5 de junio de 2016

Charlas de madrugada

Si, me borré un tiempo, pasa que le dedique estas semanas a muchas cosas, a empezar a conectarme con la realidad de nuevo, con las personas, con los momentos, conmigo de a ratos, con la facultad, con la casa, con la vida.
El punto es que últimamente tengo la suerte, el privilegio exquisito de tener muuchas charlas de madrugada. Cada vez más veces son las que me doy cuenta de que son las 3 de la mañana, y estoy despierta, con toda la energía que puedo tener, hablando de algo que no suelo hablar con alguien.
Y es que todos conocemos el poder de las charlas de madrugada, son casi equiparables a la magia, porque son ese momento exacto donde nos despojamos de todos los disfraces que nos pusimos durante el día para no sentir vergüenza, miedo, para no ser lo que somos. De noche todo eso cae por su propio peso, por el peso de nuestros ojos que se cierran de a ratos, o porque pasa.
No hay frase, teoría, pensamiento, sentimiento que sea lo suficientemente loco de noche, de noche todo vale. Y sacamos el mounstruo a pasear, y nos reímos con más ganas, y lloramos, y contamos lo bueno y lo malo.
Muchas veces la noche nos sorprende hablando con personas que no conocemos bien, a veces, incluso con personas que no conocemos para nada. me pasó el otro día. Y de golpe, un viaje de 6 horas que viene atrasado se vuelve lo mejor que me pudo pasar, todo porque encontrás un alma inquieta que al lado tuyo también quiere llegar, pero no quiere llegar del todo. Capaz hasta que es la típica alma de pibe freak que tiene un cubo rubik en el bolsillo, y entonces te das cuenta de lo loco que es el mundo.
O sino, de a poco, vas viendo en esas personas que todavía no te cierran del todo, pero que caen tan bien, a personas que pueden llegar a ser buenos amigos, amigos de años, de esos que algún día van a adquirir el superpoder de entenderte con una sola mirada. Y por eso los empezás a querer, porque entre birras, puchos, chocolates, música (mucha) y risas, se vuelven algo que vale la pena mucho, y cada día un poco más. Y lo serían sin todo eso de por medio, eso seguro.
Y bueno, reconectar. En eso estoy, obvio, sigo intentando entender cosas como que soy la única que puede cambiar la forma en que veo las cosas que pasan, que yo las escribo y decido como llamarlas y vivirlas. Hacerse un cambio, en vez de buscarlo. Tan difícil y tan lindo a la vez.